Si hablamos de cazas de brujas tenemos que remitirnos inmediatamente a la Inquisición. La Inquisición fue establecida en la Edad Media, y la dirigió la Iglesia católica romana. Estaba compuesta por diferentes tribunales que juzgaban a los que atentasen contra las leyes establecidas por la misma. Sin embargo, la Inquisición fue muy diversa según los diferentes países y los diversos períodos históricos.
A pesar de ello, tenemos que saber distinguir: el primer tribunal se creó en el siglo XII, pero la caza de brujas comenzó en el XVI, aunque realmente se lleva persiguiendo a mujeres acusadas de practicas brujería desde prácticamente el Paleolítico.
Esta caza destacó en Alemania, donde entre 1300 y 1850 acusó o ejecutó a más de 16.000 personas, gran parte de ellas mujeres, bien por hechicería o por otros crímenes. Detrás de ella encontramos a Suiza, con unos 10.000 condenados. Además, tenía una media de juicios por población entorno a los 980 por cada 100.000 habitantes.
En Escocia, se registraron alrededor de tres mil casos, con una tasa de 509 procesos por cada 100.000 habitantes. Tras ellos, encontramos a Francia, España e Italia, que son los países en los que menos juicios por brujería se dieron (22, 23 y 5 por cada 100.000 habitantes).
La razón
Podríamos mantener que las cazas de brujas fueron el fruto de la competición de dos corrientes teológicas. Como bien sabemos, las reformas luteranas y calvinistas supusieron una brecha en la sociedad y amenazarona la hegemonía de la Iglesia Católica. En aquel momento, las acusaciones pasaron a convertirse en una herramienta para resolver disputas políticas o personales. Además, cabe señalar el hecho de que 'las cazas' encontraron su pleno apogeo durante la Reforma y la Contrarreforma.
Esta explicación tendría sentido y justificaría que España e Italia tuvieran números tan bajos, ya que el protestantismo no tuvo gran avance. Sin embargo, el caso de Francia derrumba la hipótesis, ya que las guerras religiosas atormentaron al país durante dos siglos.
Inquisición
Respecto a las inquisiciones, tenemos que resaltar que las españolas, portuguesas y romanas estaban controladas centralmente dentro de sus propios territorios, algo que es relevante en diferentes aspectos, especialmente para controlar el tipo y los aspectos de las persecuciones.
Por una parte, las inquisiciones ibéricas se centraron en la conversión y exclusión de judíos y musulmanes, con foco también en otras herejías, incluyendo el protestantismo y el luteranismo. Por otro lado, la inquisición se impulsó por la doctrina católica como método de 'salvación'. El propósito era la conversión y la salvación, mientras que la muerte fue 'el último recurso' (o eso querían hacer creer). Además, el dogma católico desacreditaba las nociones del "pacto del diablo" o las conspiraciones colectivas.
Sin embargo, esto no evitó que hubiera cazas de brujas, porque las hubo, pero sin el uso irrestricto de la tortura. Las cacerías no desembocaron en tantas condenas ni ejecuciones como en Alemania o Suiza.
En aquel momento, las torturas provocaron que los acusados admitieran los crímenes (en gran parte) y que además inculparan a otras personas, lo que contribuía a alimentar un estado de paranoia y acrecentaba las persecuciones y la violencia. Como la pescadilla que se muerde la cola.
Como hemos añadido previamente, España no fue ajena a las cazas de brujas, y se dieron algunos casos como el de Zugarramundi, uno de los más famosos.
Por tanto, la diferencia entre norte y sur europeos viene dada por la competencia entre dos corrientes religiosas diferentes, protestantismo y calvinismo frente al catolicismo y por la centralidad del proceso persecutorio en los países católicos.
Las guerras de religión y las cazas de brujas dividieron y rompieron el corazón del continente durante dos siglos. Provocaron millones de muertos y una reconfiguración del orden político y social europeo, algo que en España vivimos como ajeno.