Por primera vez en diez años, el número de personas diagnosticadas con VIH es superior en personas heterosexuales que en personas homosexuales y bisexuales, según un estudio de la Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido.
Este estudió reveló que el 50% de las personas con VIH positivos se corresponden con personas que mantiene relaciones sexuales con otras del sexo opuesto mientras que el 45% corresponde a personas que tienen sexo con personas del mismo sexo.
Según la investigación, esto se debe a que las personas heterosexuales tienden a tener un diagnóstico tardío, lo que provoca un mayor daño en el sistema inmunitario y por tanto que el virus cause mayores complicaciones.
En este sentido el 51% de las mujeres y el 55% de los hombres heterosexuales recibieron un diagnóstico tardío y es en ellos donde se presenciaron una mayor cantidad de complicaciones. De todos ellos, de los que tenían más de 65 años, un 66% recibió su diagnóstico durante el último año.
Por otro lado, en cuanto a la población homosexual, solo un 29% recibió la noticia de su positivo en un estado avanzado. Esto se debe a que esta población se realiza pruebas con más continuidad. Durante la pandemia, un 33% menos de las personas heterosexuales se realizó pruebas de diagnóstico de VIH, mientras que en personas homosexuales esta cifra solo descendió un 7%.
Diferencias entre VIH y SIDA
Al hablar de VIH, es muy común relacionarlo directamente con SIDA y confundirlo, ya que además en ocasiones son utilizados como sinónimos cuando esto no es correcto. El SIDA es únicamente una consecuencia de una infección por el VIH si esta no se trata.
De esta forma, las personas con VIH pueden no presentar síntomas del síndrome de inmunodeficiencia adquirida y pueden llegar a tener una vida larga y saludable perfectamente con la medicación adecuada.
Aunque el VIH puede no causar ningún tipo de síntoma, después de contagiarse algunas personas sí presentan algunas manifestaciones físicas en dos o cuatro semanas posteriores a cogerlo como fiebre, escalofríos, sarpullido, sudores nocturnos, dolores musculares, dolor de garganta, inflamación de los ganglios linfáticos, fatiga, úlceras en la boca, etc.