La pérdida del pelo es uno de los efectos secundarios de la quimioterapia que más afecta psicológiamente a los pacientes. La psicooncóloga y especialista en psicología clínica de GenesisCare Carmen Yélamos asegura que entre el 8 y 10% de los enfermos se niegan a recibir quimioterapia o la abandonan porque no quieren pasar por el tratamiento ya que lo consideran traumático. Sin embargo, ahora tienen la oportunidad de poder recibir un tratamiento contra la caida del vello durante la sesiones de quimioterapia.
Se trata de un sistema de enfriamiento del cuero cabelludo llamado Paxman que tiene una efectividad de entre el 40 y un 90% dependiendo del tipo de fármaco utilizado (antraciclinas o taxanos), según informa Redacción Médica. Dicho sistema se realiza a través de un gorro de silicona, también es efectivo en cejas y pestañas, por el que circula un líquido refrigerante que "se conecta a una máquina que mantiene la temperatura óptima". Así el cuero cabelludo alcanza una temperatura de entre 19 y 21 grados a nivel de la piel "provocando que los tóxicos de la quimioterapia no lleguen o lo hagan en un bajo porcentaje a las células del folículo piloso".
La empresa que ha implantado el sistema en España es Oncobel y su presidente, César Sebastián, señala que produce una citoprotección frente a los quimioterápicos. Y es que este gorro produce un cierre de la membrana celular cuando cualquier tóxico quiere pasar.
Sólo aplicable en tumores sólidos
Aunque lo acabamos de conocer, el sistema Paxman se inventó en 1997 en Reino Unido y no fue hasta abril de 2017 cuando la Food and Drug Administration de Estados Unidos reconoció su eficacia y seguridad. En nuestro país se comercializa desde 2012 aunque sólo en algunos hospitales privados y centros especializados, mientras que en la sanidad pública sólo se ha aplicado en el Hospital de Ourense mediante una fundación. Por el momento han sido 300 pacientes los que han podido beneficiarse del gorro, de los que un 90% son mujeres y un 10% hombres.
La pérdida de cabello, según cuenta José Luis González Larriba jefe de Oncología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, comienza a las dos o tres semanas de haber empezado el primer ciclo de quimioterapia y se prolonga hasta seis meses después de haber finalizado el tratamiento. También advirtió que el gorro incrementa el tiempo que el paciente permanecerá en la sesión de quimioterapia porque ha de colocárselo media hora antes de la infusión del medicamento y ha de mantenerlo hasta media hora después de haber finalizado la sesión.
Para que este sistema sea eficaz el paciente ha de comenzar con el gorro el mismo día que empiece con la quimioterapia y el cabello debe estar mojado. Sin embargo, este sistema sólo puede utilizarse en tumores sólidos. Los niños no podrían beneficiarse de ello porque el tipo de cáncer que suelen padecer es un cáncer líquido como la leucemia.
Este procedimiento no aumenta la incidencia de metástasis en el cuero cabelludo, según afirma González Larriba y tampoco disminuye la eficacia de la quimioterapia. Sus efectos secundarios son los dolores de cabeza por el frío a los que se tiene que someter el paciente y molestias en el cuello y los hombros.