La mañana del 14 de octubre Carmen González se dirigía a la habitación de su hijo Diego, de 11 años, para repasar con él unos temas de Naturales y Sociales que el pequeño había estado estudiando. Sin embargo, le sorprendió no verle en su cuarto, ya que no se había percatado de que se había marchado de allí. Se puso algo nerviosa al descubrir que no encontraba a su hijo por ninguna parte de la casa, hasta que le dio por entrar en la cocina, descubriendo que la ventana estaba abierta. Miró hacia abajo y descubrió a su hijo tendido en el suelo, cinco pisos más abajo.
En la propia ventana de la cocina había escrito un mensaje del propio Diego, que invitaba a que miraran en su querido juguete Lucho, que le había acompañado en su vida desde que era un bebé. Al ir a su habitación y coger el muñeco, descubrieron una carta que correspondía a su hijo, firmada por él mismo. El diario El Mundo ha tenido acceso a ella, en la que el pequeño dio gracias a toda su familia y dejó ver los motivos por los que había decidido quitarse la vida.
El pequeño Diego, de solo 11 años, saltó desde un quinto piso quitándose la vida. Los detalles habían quedado, obviamente, a recaudo de las autoridades, pero ahora sus propios padres han querido sacar a la luz su carta para que se investigue a fondo el asunto. Tal y como indica su propio hijo en el escrito que dejó, creen que en su colegio ocurrían cosas extrañas que deben encontrar una respuesta.
Las palabras escritas por Diego no arrojan duda: "Ya no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir. Por favor, espero que algún día podáis odiarme un poquito menos". Para sus padres su hijo siempre había tenido problemas en su escuela y por eso se han puesto manos a la obra para que su centro educativo, Nuestra Señora de los Ángeles, situado en el barrio de Villlaverde (Madrid), arroje respuestas al porqué de este suicidio.
Carmen, la madre de Diego, le describe como un chico muy maduro para su edad, inteligente, pero que se negaba a ir al colegio a pesar de que nunca contaba lo que realmente ocurría allí. De hecho, el día antes de que se suicidara, cuando lo recogió por última vez al salir de clase, el niño salió a toda prisa al grito de "¡mamita, corre, corre!", sin querer dar más explicaciones.
Sin embargo, Diego siempre estaba feliz con su familia, con quién pasó unas alegres vacaciones en París el pasado verano. De hecho, en la carta que dejó se despidió con cariño de todos ellos, diciendo a sus padres que "sois los mejores padres del mundo", a su abuelo "te quiero mucho", a su hermana "espero que encuentres trabajo muy pronto" y, a su tío, agradeciéndole que le hubiera "ayudado mucho".
Los responsables del colegio no han realizado ninguna declaración al respecto, aunque algunas informaciones apuntan a que Diego sufría acoso escolar. El abogado de la familia, Robinson Guerrero, también ha comunicado que en el tanatorio un forense y unos policías realizaron unas pruebas al cuerpo del pequeño para aclarar si había sufrido absusos sexuales. Sin embargo, según sus propias palabras, las muestras obtenidas no han sido analizadas jamás.
Los padres de Diego ya están desesperados y han remitido una misiva a la presidenta de la Comunidad de Madrid, a su consejero de Educación y a la Defensora del Pueblo para pedirles, por favor, que traten de ayudar en el caso para esclarecer los hechos. Cristina Cifuentes ya ha asegurado a EFE que se reunirá con los padres.
Otro caso en el mismo centro
Lo curioso es que en el mismo centro escolar ya se presentó, en el año 2010, el caso de otro intento de suicidio por parte de una alumna mediante la ingesta de unas pastillas. María, la niña, relataba que los profesores dejaban a otras niñas que abusaran de ella para que se hiciera más fuerte, pero, en ese caso, el director del centro comunicó que la niña manipulaba a sus padres y nada de eso era cierto.
En lo que respecta a Diego, el responsable del centro escolar ya ha comunicado que todo estaba dentro de la absoluta normalidad y que ellos no eran conscientes de nada que estuviera ocurriendo con el pequeño. Esperamos que la verdad llegue a salir a la luz y que los padres del pequeño puedan, al menos, encontrar esa paz.