La Rosalía nos ha callado la boca a todos. Y a mí el primero. El pasado 18 de marzo la catalana publicaba su tercer disco de estudio, 'Motomami', el cual venía despertando una gran expectación ante el cambio de registro con respecto al anterior y por algunos avances que la artista había ido lanzando y que acabaron convertidos, incluso, en carne de meme.
'Motomami' es un proyecto que lleva tres años gestándose y que serviría para terminar de apuntalar la carrera internacional de Rosalía. Tras el laureado 'El Mal Querer' que la convirtió en una de las artistas españolas con mayor proyección mundial, este nuevo trabajo tendría que confirmar su consagración. Y algunos creímos que no lo conseguiría.
Fuimos tan frívolos y estúpidos que un puñado de stories de Instagram y de tik toks nos valieron para sentenciar la carrera de la artista y señalar que 'Motomami' sería un fracaso. Con 'Saoko' Rosalía confirmó la ruptura con su etapa anterior y 'Chicken Teriyaki' fue tomado a chiste por muchos, entre los que me incluyo, que se negaban a dejar atrás el chorro de voz y los aires flamencos de 'Pienso en tu mirá', 'Di mi nombre' o 'Bagdad'.
Pero si por algo se crucificó a Rosalía fue por el pequeño avance de 'Hentai', su canción más explícitamente sexual. Unos segundos compartidos en sus redes sociales en las que entonaba un fragmento del tema entre risas en la nieve provocaron sentencias de muerte. Que por mucho que uno se afane en desconstruirse día a día, aún nos llevamos las manos a la cabeza cuando una mujer habla de sexo y placer en su música.
La primera hostia nos la dio con la publicación del videoclip de 'Hentai', cargado de elegancia y erotismo. Más allá de la cuidada estética a la que nos tiene acostumbrados, pudiendo escuchar la canción completa descubrimos una de las melodías más bonitas de la cantante.
Llegó el 18 de marzo y todos estuvimos pendientes a las doce para presenciar el lanzamiento a través de un concierto en TikTok. Y nos estalló la cabeza. Rosalía nos regaló un viaje lleno de subidas y bajadas a través de las canciones que componen 'Motomami'. De manera sencilla pero efectiva, con coreografías, cambios de vestuario y encuadres locos, entendiendo perfectamente el lenguaje audiovisual en cada momento. Aún no supero esta experiencia.
Experiencia que solo fue la puerta de entrada a 'Motomami', cargada de dicotomía, algo que se aprecia en el tracklist y que invita a escuchar el disco completo para entenderlo en su conjunto a pesar de su disparidad, siendo esta su punto fuerte y su hilo conductor. "Yo me transformo", advierte en 'Saoko'.
Porque 'Motomami' refleja la arrebatada oscilación entre lo íntimo y lo festivo, el precio de la fama frente a la incondicionalidad de la familia o los estragos de las pasiones ante la celebración de una misma. Rosalía renuncia a las estructuras melódicas convencionales y se desprende del contexto más academicista de sus trabajos previos para reconfigurar patrones rítmicos con los que llevar al oyente en una experiencia inmersiva. Distorsiona todo lo reconocible para jugar con ello impregnándolo, incluso, de humor.
Si has entrado en 'Motomami' se te hará muy difícil salir. No podrás dejar de llorar con 'Como un G', de zapatear con 'Bulerías', de emocionarte con 'G3 N15', de bailar con 'Bizcochito', de vibrar con 'CUUUUuuuuuute', de derretirte con 'Hentai' o disfrutar con 'La combi Versace'.
'Motomami' es la reafirmación de Rosalía como la artista más visionaria de la historia de la música española. Y como una motomami sabe pedir perdón, aquí queda mi carta de disculpa mientras continúo escuchando 'Motomami'.