El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha elevado fuertemente sus medidas de seguridad durante los últimos meses en Bruselas. Su residencia en Waterloo, donde evita la prisión incondicional que sufren sus antiguos compañeros en la política, es una especie de búnker donde intenta evitar una serie de supuestos ataques contra su integridad.
El círculo más cerrado del expresident empieza a cuestionarse (y esto no es una broma) si los temores del líder de la Crida per la República están realmente fundados. Porque las medidas son muy contundentes. La última: hizo probar a su servicio de seguridad varios dulces por miedo a que estuviesen envenenados.
Ese miedo se suma a una circunstancia que ha llamado la atención de los mentideros: el aumento de tamaño de su cintura. Algunos comentaron que había engordado durante los últimos meses, pero nada más lejos de la realidad. Fuentes cercanas al expresident han confirmado a ABC que realmente está saliendo a la calle vestido con un chaleco antibalas, porque tiene miedo a ser tiroteado en cualquier acto.
Sin embargo, hay algunos pensamientos que han dejado de circular por su cabeza. Por ejemplo, la posibilidad de que el gobierno belga y español estuvieran conspirando para activar una extradición con bajo perfil mediático. El tiempo que lleva en Waterloo y la libertad de algunos de los fieles para visitarle han apaciguado los ánimos.
El incidente de los dulces
Pero, sin duda, el hecho que ha saltado las alarmas, fue el de los dulces. Todo se produjo cuando el pasado domingo 30 de diciembre un grupo acudió a visitarle en los habituales encuentros celebrados en su jardín. Allí le regalaron una caja de pastelitos de Rasqueras, comprados en la pastelería Piñol Puig, en esta localidad tarraconense.
La dádiva no fue del gusto del expresident, que finalmente recogió el obsequio por aquello de 'no hacer el feo'. Pero, ya dentro de la vivienda, acudió a uno de los guardias de seguridad y le obligó a comerse un pastelito. Y añadió: al "al ser tan dulces, es más fácil que el veneno no se note". Al parecer, ningún agente falleció tras la ingesta de pastelitos.
Abandono de fieles
Este tipo de excentricidades y los últimos movimientos de Quim Torra, están minando la corte de fieles de ambos líderes. La última: Elsa Artadi. Esta miembro del PDeCAT abandonó la Consejería de la Presidencia recientemente . Y no era una militante cualquiera, porque todas las quinielas la habían situado como la persona mejor posicionada para sustituir a Puigdemont.
Artadi, licienciada por la Pompeu Fabra, doctorada en la Universidad de Harvard y profesora en la Università Bocconi de Milán entre otros menesteres, pasará a convertirse en la número dos de la candidatura de Joaquim Forn a la alcaldía de Barcelona. Por cierto: si Forn no abandona la cárcel, hay serias posibilidades de que Artadi pudiese ser investida si salen las cuentas.
Y llegados a este punto, Artadi, que fue firme defensora del procés, espera aguantar una legislatura en el pleno y seguir los pasos de Mas: hacer carrera política aunque sea en la oposición (el expresident lo hizo contra Maragall) y alcanzar las tablas suficientes para conquistar el Palau. Tiempo al tiempo.
Muchos de los fieles del expresident se han alejado de su círculo (sobre todo, el que fue su grupo parlamentario en el Congreso y gran parte del PDeCAT). Y no hay que olvidar a sus antiguos socios de ERC, fundamentales para que el procés salga hacia adelante, no le dirigen la palabra.
Junqueras y él terminaron completamente enemistados, los presos de ambos partidos ni se dirigen la palabra en la cárcel y ya no hay unidad de acción. Los de Puigdemont apuestan por continuar con el desafío al Estado. Los de Junqueras, por dejar la independencia en un segundo plano para elaborar programas electorales y "demostrar que una Cataluña independiente sería mejor". Los números le avalan: en las últimas elecciones sacaron un 47%. Y ya no hay duda de que, por el momento, hay necesidad de aumentar la base social. Una vía por la que apostó la antigua secretaria general de los demócratas, Marta Pascal y que finalmente le costó el puesto.