La figura del purpurado se concoe poco, pero su cometido es muy imporante ya que es la persona que se encarga de aconsejar al Papa y de elegir a su sucesor cuando muere. El purpurado del Papa Francisco hasta hace poco era el cardenal George Pell, que también se encargaba de llevar las cuentas del Vaticano. Sin embargo, su nombre no saltó a la opinión pública por realizar mal o bien su trabajo sino porque el pasado mes de junio tuvo que abandonar sus funciones tras ser imputado por un delito de abuso sexual a menores.
El cardenal se marchó a Australia hace ya diez meses y desde entonces no ha vuelto a la sede central de la Iglesia Católica. Pell es australiano y justo el tribunal de Melbourne le citó a declarar el pasado martes 1 de mayo como presunto autor de pederastia mientras fue sacerdote en la ciudad de Ballarat (1976-1980) y cuando fue arzobispo en Melbourne entre 1996 y 2001. El proceso judicial comenzó el pasado 5 de marzo y se abrió para investigar las "múltiples" acusaciones que se atribuyen al cardenal por presunto abuso sexual de menores. Nos referimos a varios casos porque se desconoce el número exacto de las personas afectadas ya que el caso se encuentra bajo secreto de sumario.
Durante el periodo en el que fue sacerdote en Ballart se produjeron "decenas de abusos sexuales" llevados a cabo por el cura Gerald Ridsale, que fue condenado a ocho años de cárcel. Sin embargo, Pell negó conocer lo ocurrido. Mientras que también afirmó no conocer los 4.444 casos de pederastia denunciados entre 1980 y 2015, a pesar de que muchos de estos se dieron cuando él mismo era arzobispo en Melbourne y en Sidney. Quizá las negaciones tengan que ver, según el periodistaEmiliano Fittipaldi,con que en Australia se pagaron ocho millones de euros a las víctimas a cambio de que no les denunciasen y de que no hablasen nunca más del tema.
Apoyo de la Santa Sede
De esta forma, el cardenal Pell resulta ser la máxima autoridad de la Iglesia Católica que se enfrenta a un juicio por presunta pederestia. En un primer momento este se declaró inocente e incluso el Papa Francisco confió en que se demostraría que este no tuvo nada que ver y decidió no apartarle de sus funciones. Así, el cardenal imputado se encuentra de excedencia y por las palabras del portavoz de la Santa Sede, Greg Burke, confían en su inocencia: "El año pasado el Santo Padre le dio un periodo de excedencia para poder defenderse de las acusaciones que le fueron realizadas y tal disposición continúa vigente".
Por su parte, Pell antes de su marcha hacia Australia convocó a los medios y defendió su inocencia, al igual que lo hace ahora y es justo por este motivo que desde la Santa Sede confian en su absolución. Belinda Wallignton, la juez que instruye el caso estimó que existen suficientes pruebas para declararle culpable por los delitos que se le atribuyen, aunque la prensa local australiana asegura que las acusaciones más graves han sido desestimadas.
Entorno a la figura del sacerdote Pell hay muchas incógnitas ya que también fue llamado a declarar en 2012 ante una comisión ordenada por el gobierno australiano para investigar los delitos sexuales dentro de la Iglesia. En ella se escucharon a miles de testigos que implicaron a la institución cristiana, orfanatos, clubes deportivos y colegios. Dicha comisión dio a conocer que la Iglesia Católica había recibido a 4.500 personas que aseguraban que habían sido víctimas de varios miembros de la institución, se estimó que los responsable de delito por abuso sexual habían sido 1.880, entre estos la matoría eran sacerdotes. La comisión no investigó ningún caso que tuviese que ver con Pell.