Han sido numerosos los escándalos sobre abusos sexuales infantiles los que han sacudido a la Iglesia Católica norteamericana. El pasado 15 de agosto se conocía la noticia de que la Corte Suprema del estado de Pensilvania había descubierto casos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica, en el que estarían implicados más de 300 sacerdotes con un total de 1.000 víctimas. Una situación catastrófica y horrorosa que se ha llevado a cabo durante muchísimos años y, que a su vez, el Vaticano tenía constancia de los hechos que habían estado sucediendo.
Sin embargo, la situación empeora un poco más cuando el cardenal estadounidense, Raymond Leo Burke, decidió echar la culpa de las violaciones infantiles a la "cultura homosexual". En una entrevista concedida a Thomas McKenna, el presidente de Acción Católica para la Fe y la Familia, aseguró que "a la luz de los terribles escándalos recientes, ciertamente existe una cultura homosexual, no solo entre el clero sino incluso dentro de la jerarquía, que hay que purgar de raíz".
La entrevista es digna de un análisis exhaustivo, ya que deja algunas perlitas como que la homosexualidad es "una tendencia desordenada" que debe ser "purificada desde la raíz". También la calificó como una "tendencia malvada" e "incorrecta" y que tenía que haber "un reconocimiento abierto de que tenemos un problema muy grave de una cultura homosexual en la Iglesia, que debe abordarse con honestidad y eficacia".
Historial homófobo
Sin embargo, estas no han sido las únicas palabras de odio hacia el colectivo. En 2014 afirmó que los padres tenían y debían que mantener a sus hijos alejados de los familiares que fueran homosexuales, llamándolas "relaciones desordenadas". "No se debe exponer a los hijos a una relación desordenada. Tampoco deberíamos hacerlo en el contexto de un miembro de la familia que no solo sufre de atracción hacia el mismo sexo" a lo que añadió de nuevo que son "actos incorrectos y malvados".