A partir del auge del terrorismo islámico, los yihadistas del Daesh se servían de drogas para hacer frente al miedo y la fatiga en Irak y Siria. Por consiguiente, también lo hicieron en los atentados que asolaron Europa. De hecho, estas sustancias son usualmente conocidas como 'las drogas de los yihadistas', en especial una metanfetamina comercializada con el nombre de 'Captagon'.
Ahora se sabe que también muchos milicianos que han combatido contra el Daesh se han servido de estas drogas con frecuencia, en especial de opiáceos muy conocidos como el Tramadol, otras como la ketamina y una variante de benzodiaepina, coloquialmente conocida como Zulam. Así lo han explicado en el blog Detectives de Guerra, especializado en este tipo de casos.
Los líderes de Daesh se sirven habitualmente de estos estupefacientes de manera masiva, consiguiendo infundir 'valor' a sus combatientes y, dado el caso, poder ayudarles a embarcarse en alguna de las acciones suicidas por las que son conocidos.
El asunto se ha venido ocultado con frecuencia para evitar ensuciar la imagen de las milicias que combaten a esta organización terrorista. Pero la información asegura que la extensión de la prescripciones no terapéuticas es variable, y que el nivel de adicción no es comparable al de los yihadistas.
Preocupación en España y la UE
Ahora, la posible llegada de esta sustancia a las discotecas de España está preocupando especialmente a la UE y las autoridades del país ibérico. Así consta en un informe que ha publicado esta misma semana el Centro Europeo de Monitorización de Drogas y Adicción a las Drogas.
El circuito comenzaría dentro del Viejo Continente. La sustancia se estaría elaborando el Bulgaria, distribuyéndose en Turquía y consumiéndose en Oriente Próximo. Sin embargo, su elaboración en mitad de los Balcanes preocupa por un posible tráfico hacia el resto de Europa.
Esta sustancia, que inicialmente intentaba combatir el trastorno por déficit de atención, también se relacionó en el pasado con el dopaje en el deporte. Muchos de los casos, relacionados con diferentes disciplinas, terminaron probando que el captagon se estaba utilizando para estimular la actividad.
Sin embargo, esta droga compuesta entre otros componentes por anfetaminas y metanfetaminas, deja exhausto a quien la consume por el elevado gasto de energía que se realiza durante sus efectos. Entre ellos, aumento de la agresividad, ira extrema y mejora de la función física y mental.
Un secreto histórico
Las fuerzas kurdas o árabes las usaron para combatir en Irak y Siria. De hecho, se popularizó el uso de opiáceos, estimulantes o benzodiazepinas sin fines terapéuticos, en este caso para hacer frente al miedo a la muerte y el dolor. También los nazis las usaban, y recibían el nombre de Pervitin, que en realidad era metanfetamina.
En este blog cuentan como durante un largo periodo de tiempo el uso de drogas fue uno de los secretos mejor guardados por los ejércitos en guerra. A lo largo de la historia, diversas variedades de drogas sintéticas se distribuían entre las tropas para frenar el hambre y las penurias, así como para mantenerlos despiertos y alerta para el combate.
Los casos más sonados en la historia ocurrieron durante la II Guerra mundial, en el momento en el que el ejército de la Alemania Nazi las utilizaba para potenciar la energía de las tropas y así poder evitar que pudieran sentirse cansadas o deprimidas. Incluso Aldolf Hitler consumía cocaína para mantenerse despierto en la planificación de los ataques, entre otros motivos.
El Captagon fue legal desde 1961, cuando se sintetizó, hasta la década de los 80, cuando la OMS decidió ilegalizar su venta al incluírla en el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas. Según un estudio de la Universidad de Columbia, se demostró que Siria, el centro de operaciones del Estado Islámico, se convirtió en el principal productor de esta droga a nivel mundial. Lo paradójico es que el código moral del Daesh, especialmente estricto, prohibe el consumo de drogas.