Alberto S.G., más conocido como el 'caníbal de Ventas', ha sido condenado a 15 años y 5 meses de prisión por un delito de homicidio (en el que concurre la circunstancia agravante de parentesco) y otro delito de profanación de cadáveres (en el que también concurre la misma circunstancia agravante) al considerarle autor de la muerte de su madre a principios de 2019. Ademas, deberá pagar una indemnización de 60.000 euros a su hermano.
Así lo ha dictaminado la Audiencia Provincial de Madrid en una sentencia que llega después de que el pasado 6 de mayo un jurado popular declarase al joven de 26 años culpable de un delito de homicidio sin apreciar que sufriera un brote psicótico.
La condena impuesta es la misma que pedía la Fiscalía por homicidio y profanación de cadáver porque estaba "en plenas facultades mentales" cuando ocurrieron los hechos. Po sus parte, la defensa pidió una eximente incompleta por enfermedad mental, por lo que pedía tres años de cárcel. Sin embargo, esto no quedó demostrado en el juicio.
"Ni por las pruebas documentales obrantes en autos, ni por las declaraciones de los testigos que han depuesto en el acto del juicio oral, ha resultado probado que el acusado sufriera una alteración psíquica que le dificultara el procesamiento correcto de la información general que determinara una alteración grave de la conciencia de la realidad de forma que anulara sus facultades volitivas y cognoscitivas", recoge la sentencia.
En su declaración en el juicio, Albeto S.G. relató que oía voces que le decían que la matara y descuartizara. Sobre el crimen, manifestó que tenía lagunas sobre cómo lo hizo pero que ocurrió una mañana cuando su madre estaba haciéndole el desayuno."Pido perdón y no es para agradar a nadie. Cada vez que pienso en mi madre se me cae el alma encima", manifestó en su última palabra.
Espeluznante escena
La sentencia relata cómo Alberto mató a su madre, María Soledad, asfixiándola en una fecha no determinada entre el 27 de enero y el 21 de febrero de 2019; luego dejó el cuerpo sobre su cama, lo descuartizó, lo troceó y "se alimentó del mismo durante quince días". Otros restos, que cortó con una sierra y un cuchillo, los guardó en recipientes de plástico que estaban por la vivienda y en la nevera. Incluso le dio algunos trozos al perro.
Los agentes que acudieron a la vivienda, situada en el barrio de la Guindalera, describieron en el juicio la espeluznante escena con la que se encontraron al llegar. Nada más entrar en la casa, el chico confesó que había matado a su progenitora.