Un consejo escolar de la provincia de Ontario ha destruido un total de 5.000 libros y cómics, que ha quemado, enterrado o reciclado, por considerar que difundían "estereotipos negativos sobre los aborígenes".
Entre los títulos figuran cómics de 'Lucky Lucke', 'Astérix', 'Tintín', 'Pocahontas' y otra serie de novelas hasta alcanzar un total de 155 títulos. El objetivo del Consejo Escolar Católico Providence, según indica Radio Canadá, es hacer un gesto hacia las comunidades aborígenes: "Es un gesto de reconciliación con las Primeras Naciones y un gesto de apertura hacia las otras comunidades presentes en la escuela y en nuestra sociedad", ha asegurado Lyne Cossette, portavoz del Consejo Escolar Católico Providence.
La decisión llega después de un informe que avala la decisión de eliminar títulos que incluyan las palabras "indio" o "esquimal". Además, representar a los aborígenes con el torso desnudo "es una falsa representación de la realidad, así como la sexualización de las mujeres aborígenes", según sucede, por ejemplo, en 'La gran travesía' de Astérix o 'Pocahontas'.
Al completo, la lista abarca 155 títulos, por lo que fueron retirados un total de 4.716 ejemplares de las bibliotecas de 30 colegios, una media de 157 libros por cada colegio.
Una decisión controvertida
El primer ministro de Quebec, François Legault, consideró "inaceptable" quemar libros, independientemente de su contenido. "Para mí, es un acto atroz", criticó. Por su parte, el primer ministro del país, Justin Trudeau, intentó evitar la cuestión y ha señalado que, a pesar de que está en contra de la quema de libros, no le corresponde a él ni a "las personas no aborígenes decir a los aborígenes cómo deben sentirse o cómo deben actuar para avanzar en la reconciliación".
Todo comenzó en 2019, cuando se celebró una "ceremonia de purificación con llamas" en una de las escuelas canadienses, promovida por Suzy Kies, copresidenta de la Comisión de Pueblos Aborígenes del Partido Liberal de Canadá desde 2016.
Kies, que se autoproclama como la "guardiana del conocimiento aborigen", grabó la pira de libros, que calificó como "purificación en llamas". Los títulos prohibidos en las estanterías se quemaron y las cenizas se emplearon como abono para plantar un árbol, para "convertir lo negativo en positivo".
"Enterramos las cenizas del racismo, la discriminación y los estereotipos con la esperanza de crecer en un país inclusivo en el que todos puedan vivir con prosperidad y seguridad", explicó en un vídeo destinado a sus alumnos.
La portavoz del consejo escolar, Lyne Cossette, justificó la quema de los libros y argumentó en declaraciones al diario National Post, que los textos "tenían contenido desactualizado o inapropiado". Además, señaló que "muchos intelectuales y ancianos aborígenes participaron y fueron consultados en varias etapas, desde la conceptualización, la evaluación de los libros y la idea de plantar árboles con las cenizas".
El proyecto, titulado en inglés 'Give back to the Earth' ('Devolver a la Tierra') tenía la intención de representar "apertura y reconciliación" y reemplazar libros de contenido obsoleto con estereotipos negativos por otros con "mensajes positivos e inclusivos", según indicó Cossette.