Convertirse en madre es una experiencia que cambia la vida a muchas mujeres, pero normalmente nos referimos a cambios en el aspecto físico o cambios emocionales. Pero la ciencia ha demostrado que el embarazo modifica de forma significativa el cerebro de la mujer, aportándole valiosas cualidades para enfrentarse a tener un bebé en su vida, tal como recoge GuiaInfantil.
1 Mayor capacidad de hacer varias cosas a la vez
Dicen que las mujeres se vuelven más inteligentes al convertirse en madres, y esto podría ser cierto. Lo que sí que se ha demostrado es que el cerebro se transforma y aumenta la capacidad organizativa, por lo que es capaz de gestionar varias tareas a la vez. Y aunque muchas veces las madres pierden la memoria a corto plazo, estos olvidos son necesarios para poder centrarse en tareas más importantes. De hecho, el cerebro de las madres presenta una mayor actividad neuronal.
2 Más actividad en la zona que controla las emociones
Durante el embarazo, el cerebro cambia de forma que se da una mayor prioridad al hipocampo, una zona del cerebro estrechamente vinculada con las emociones. Esto favorece a la creación de un vínculo madre-hijo cuando este ni siquiera ha llegado todavía al mundo. También hay más actividad neuronal en las zonas relacionadas con la empatía.
3 Aumentan las preocupaciones
Un aspecto negativo es que aumenta la materia gris en la zona cerebral que controla emociones como la ansiedad o la preocupación. Esta zona también es responsable de los trastornos obsesivo-compulsivos y de la temida depresión post-parto. Pero para contrarrestar esto, el cuerpo genera más oxitocina, la misma hormona que hace que nos enamoremos y que actúa como antidepresivo.
4 Mayor capacidad de amar
Además de la oxitocina, el cerebro de una madre empieza a segregar más prolactina, que favorece el vínculo de amor con su hijo. Es por esto que aparece el conocido como 'instinto maternal': la disposición de una madre a superar cualquier obstáculo y proteger a su hijo de cualquier peligro que pueda acecharle.
5 Se agudizan los sentidos
El sentido del tacto mejora drásticamente, lo que ayuda a que madre e hijo tengan una mayor comunicación entre ellos. El oído también se hace más agudo, y se vuelve capaz de diferenciar los tonos en los llantos del bebé. El olfato y la vista también mejoran notablemente ya durante el embarazo. Todo ello es gracias a cambios en las zonas del cerebro que se encargan de los sentidos.