Adam Armstrong es un joven británico de 19 años que la próxima semana va a pasar unos días de vacaciones en Ibiza junto a su novia India Lomas, de 17. Los jóvenes encargaron la reserva de los billetes al padre de ella que, inseguro de cómo se apellidaba el novio de su hija, fue a consultarlo en Facebook. Allí el joven aparece bajo el nombre de Adam West para gastar una broma.
Una broma que les iba a salir cara puesto que Ryanair les pedía desembolsar 220 libras por cambiar el apellido en la reserva y poder volar a Ibiza sin problemas. Una cifra tan elevada que al joven le ha salido más barato cambiarse el nombre en la realidad para poder viajar sin problemas.
En el Reino Unido basta con rellenar un formulario para cambiar legalmente de nombre. Es lo que ha hecho Adam Armstrong que ahora sí se llama Adam West. El joven sólo ha tenido que pagar 103 libras por expedir un nuevo pasaporte con su nuevo nombre, ahorrándose 117 libras. West y su novia ya podrán viajar a Ibiza de vacaciones sin que Ryanair les cobre ningún recargo.
Las políticas de Ryanair, de nuevo cuestionadas
Lo cierto es que las acciones de Adam Armstrong son un grito más de protesta contra las prácticas abusivas de la aerolínea irlandesa de bajo coste. Ryanair introduce esta tasa por cambiar el nombre de un viajero para así evitar la reventa de billetes baratos. Pero algo falla cuando es más económico cambiarse el nombre en la vida real a pagar la tasa por hacerlo.
No obstante, Ryanair había comenzado hace unos meses a reformar y suavizar sus prácticas más cuestionadas, permitiendo una segunda pieza de equipaje de mano a bordo así como rebajando las "multas" que imponía por exceso de equipaje o tener que volver a imprimir la tarjeta de embarque. Con el anuncio de una nueva clase business y la adquisición de nuevos aviones más eficientes en combustible, Ryanair esperaba bajar en los próximos 3 años un 20% el precio del billete a la vez que inaugura nuevas rutas, estudiando cruzar por primera vez el charco con vuelos regulares a Estados Unidos.