En 2016 a Cam Underwood, de tan solo 24 años, no le quedaban ganas de seguir viviendo. Cansado de la rutina, atravesando una ruptura sentimental y la soledad que le trajo el hecho de que su hermano se marchara a vivir fuera, lo sumieron en una profunda depresión. Dejó de comunicarse, bebía mucho y vivía enclaustrado en su casa. Aunque llegó incluso a alertar a sus padres de que un día se quitaría la vida, el momento llegó antes de lo esperado.
Para suicidarse utilizó un arma de fuego, la cual apoyó contra su barbilla y disparó. Sin embargo, la bala no llegó a matarle y despertó cinco semanas después en una cama de hospital en su California natal. Así pasó cinco meses, sin poder comer ni hablar. "En el hospital nos dijeron que no tenía dientes, barbilla, pómulos, estructura facial... nada" cuenta a ABCNews su padre, Randy Underwood. "No era una cara como tal... fue horrible", comenta.
Ocho operaciones para salvaguardar lo que quedaba de rostro
Para salvaguardar la poca estructura facial que le quedaba, se sometió a ocho operaciones en las que se empleó piel de su muslo y hombros para cubrir el enorme agujero que dejó la bala. Sin embargo, no fue hasta que su madre se encontró con la historia del doctor Eduardo Rodríguez, de la Universidad de Nueva York, un cirujano que ya había realizado dos transplantes de cara con el que no dudó en ponerse en contacto.
Gracias a la destreza del doctor Rodríguez y su equipo médico, se ha logrado el considerado como el transplante de rostro "más avanzado" en términos tecnológicos hasta la fecha. El donante de tejidos fue Will Fisher, otro joven de su misma edad que se quitó la vida y figuraba como donante.
Un éxito rotundo
Cam ha hablado por primera vez de su increíble historia en una conferencia emitida en directo desde Facebook junto al hombre que literalmente le devolvió la sonrisa, el doctor Rodríguez. El sanitario admite que su paciente se está recuperando asombrosamente rápido y que según avanzaban las más de diez operaciones, pasaron de ser "complicadas" a "fascinantes". El doctor atribuye el éxito a los avances médicos: "En menos de dos años, Cameron casi ha conseguido su nuevo rostro, al contrario de otros donantes que viven con sus heridas durante más de una década".
Underwood se encuentra muy satisfechocon los resultados: "He sido capaz de vovler a hacer muchas de las cosas que me encantaba hacer antes; salgo a la calle, practico deporte, paso tiempo con mi familia. Espero volver pronto al trabajo y, por qué no, tener mi propia familia", comenta. También se muestra muy agradecido con la familia de su donante, por haber accedido al transplante y con la suya propia:"Gracias a todos, sobre todo a mi familia, por no darse por vencidos conmigo".