El café es una de las bebidas más consumidas por la población. Puede servir como acompañante en el desayuno, en un descanso de media mañana o como un momento de placer tras la comida o durante la tarde.
Esta bebida aporta al organismo polifenoles, que poseen una gran capacidad antioxidante, pero también multitud de beneficios si lo consumimos de manera frecuente. Sin embargo, algunas variedades pueden ser peores e incluso poco recomendables. Tanto, que algunos países las prohiben.
El café no recomendado
Hablamos del café torrefacto. En esta variedad, se añade azúcar en los granos durante el tostado, provocando su cameralización y favoreciendo su conservación, pero también un sabor más amargo, oscuro y brillante, respecto a la variedad natural.
Como se conserva mejor, es más barato, pero se considera un producto de calidad inferior, sobre todo, porque puede acarrear consecuencias para el organismo que han llevado a algunos países a su prohibición.
El azúcar en los alimentos líquidos es más perjudicial y la combinación con la cafeína a la que recurren muchas personas no es especialmente recomendable. Se trata de una variante menos sana y prohibida en el extranjero.
Esta prohibición se debe especialmente a que el café cuenta con más compuestos carbonizados, que incrementan la presencia de acrilamida, un elemento potencialmente cancerígeno que se forma cuando se somete a ciertos alimentos a altas temperaturas. Además, la caramelización disimula el verdadero sabor de los granos de café, que provoca que muchos productores opten por el café de menor calidad, que se elimina habitualmente en el natural.
Solo los países en los que se popularizó durante sus inicios mantienen su venta. Se trata de España y Portugal, así como algunos países de América Latina, como Argentina, Uruguay o Paraguay, que permiten su producción y consumo.