El 13 de noviembre de 2015 Paris sufría su mayor ataque terrorista hasta la fecha. El Estadio de Francia de Saint Denis, varias terrazas de la capital y, por último, la discoteca Bataclan fueron los lugares donde se llevó a cabo una matanza yihadista en la que murieron 130 personas.
El único superviviente del último ataque al club nocturno, Salah Abdeslam, ha sido declarado culpable y condenado a cadena perpetua. Dicha condena le impide poder solicitar un tercer grado o la posibilidad de libertad anticipada, algo que solo se ha dado cuatro veces en Francia.
"Solo podemos señalar que, a pesar de sus lágrimas, impregnado de ideología, se ha mostrado incapaz de expresar remordimiento", ha afirmado la fiscal Camille Hennetier, quien ha apuntado que Abdeslam "está lejos de haber mostrado un abandono de esta servidumbre voluntaria".
Otros cómplices recibieron condenas de 30 años de prisión, revisables cuando hayan cumplido dos tercios. Los jueces solo recalificaron los cargos iniciales para uno los acusados, Farid Kharkhach. Él ha sido la única excepción para el que el tribunal no retuvo la inculpación de terrorismo.
"No soy un asesino"
El proceso judicial ha dejado entrever un cambio en la actitud del terrorista, que se presentó en las primeras vistas como "un combatiente de Estado Islámico", y en la última, cuando concluyó el juicio, aseveró no ser un asesino.
"No soy un asesino. Si me condenáis por asesinato, cometeréis una injusticia", dijo Abdeslam, quien se ha limitado a reconocer "errores" en su palabra final ante el Tribunal Penal Especial.
Durante el juicio también afirmó que la noche del atentado decidió no detonar su chaleco explosivo para el ataque suicida y lo desechó en un suburbio de París. Sin embargo, el tribunal aceptó las pruebas que indican que el chaleco era defectuoso y, por lo tanto, no creyó que Abdeslam cambiara de opinión a última hora.
La actitud del terrorista, que pasó seis años en prisión en estricto silencio y evolucionó de mostrar una actitud chulesca en los juicios a llorar y pedir perdón a las víctimas, ha despertado también numerosas incógnitas. "Les pido perdón. Sé que el odio permanece pero les pido hoy que me odien con moderación", expresó en una sesión con voz temblorosa.
Que la sentencia final haya tardado tanto en llegar se debe a la dedicación que se ha puesto a cada una de las 400 víctimas que han testificado en el juicio, entre los que se encontraban tanto supervivientes como familiares de los fallecidos.
Abdeslam no estará solo en prisión, ya que Mohamed Abrini, cómplice del atentado, también ha recibido la misma condena. Es la quinta vez que esta condena se aplica en el país desde 1994.