José Bretón fue condenado en 2013 por el asesinato de sus hijos Ruth y José, de 6 y 2 años respectivamente. A pesar de todas las pruebas contra él, nunca había reconocido públicamente el crimen ni confesado cómo lo perpetró. Hasta ahora.
En unas declaraciones al escritor Luisgé Martín, con el que ha mantenido correspondencia durante tres años y conversó en prisión, José Bretón ha relatado con dureza todos los hechos, incluyendo sus pensamientos y la frialdad con la ejecutó el asesinato, como recoge la entrevista publicada en El Confidencial.
"Disolví las pastillas machacadas en agua con azúcar y se las di para que bebieran. Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban, estaban ya muertos. No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento", ha alegado Bretón sobre el asesinato de sus propios hijos.
En un primer momento, José Bretón había afirmado que los niños desaparecieron cuando jugaban en un parque, pero la investigación desmontó esta versión. En realidad los había llevado a Córdoba, drogado y después quemó sus cuerpos en una pira intentando no dejar rastro.
A pesar de que intentó ocultar por completo el crimen, finalmente fue condenado a 40 años de prisión por asesinato con los agravantes de parentesco, premeditación y alevosía. Por este crimen cumple condena en la prisión de Herrera de la Mancha, donde estableció contacto con Luisgé Martín, con quien empezó a cartearse en julio de 2021, hasta 60 misivas, hasta que en diciembre de 2023 se reunieron en la cárcel.
"No espero que nadie me perdone"
A pesar de que Bretón afirma que tiene la necesidad de expresar su arrepentimiento por el crimen, reconoce que "no espero que nadie me perdone". En cuanto a si le pediría perdón a su ex mujer, Ruth Ortiz, reconoce que "no existe esa posibilidad ni va a existir".
"La sentencia me prohíbe acercarme a ella durante el resto de mi vida. Y, además, Ruth no puede perdonarme, es imposible que lo haga. Tampoco creo que yo me atreviera ahora a sentarme delante de ella. Pero sí me gustaría poder pedirle perdón, claro", ha afirmado. También se ha pronunciado sobre unas declaraciones que leyó sobre su mujer, que tenía miedo sobre su salida: "Es ella la que tendría razones para matarme a mí, no al revés", ha sentenciado.
Además, asegura que se ha perdonado a sí mismo y que lo necesitaba para seguir viviendo por cumplir una pena por asesinar a sus hijos, aunque es consciente de que nadie más lo hará: "Si hubiera sido al revés, si Ruth hubiera matado a nuestros hijos, yo la habría perdonado, porque es un sentimiento que me sale con naturalidad. Pero entiendo que ella no me perdone jamás y que me desee todo el mal del mundo. Me lo he ganado con creces".
En su testimonio recuerda que Ruth le había comunicado el 15 de septiembre de 2011 el final de la relación entre ambos y que el 8 de octubre, solo tres semanas después, cometió el crimen: "Empecé a sentir mucha angustia. No por la separación de Ruth, que me parecía lógica y aceptable, sino por mis hijos. Una separación siempre tiene consecuencias con los hijos".
José Bretón dice que estaba preocupado porque sus hijos iban a ser criados en el seno de su familia materna, a la que consideraba "tóxica". "Me deprimía la idea de que mi hija Ruth y mi hijo José crecieran entre ellos sin estar yo delante. Ahí fue cuando empecé a volverme loco".
A pesar de que rechaza que el crimen fuera por venganza, admite que estaba obsesionado por esta cuestión y que le llevó a actuar: "Los maté por la impaciencia. Necesitaba que esa situación se acabara, que desaparecieran las dudas y la incertidumbre. Es como si se me hubiera metido un monstruo dentro de la cabeza que no me dejara dormir ni pensar en otra cosa".
"Vaya tela que sea hoy el último día que te vea"
En cuando a cómo realizó el crimen, José Bretón ha asegurado que no buscó información previa ni planificó con frialdad: "No busqué información en ninguna parte, no hice ninguna investigación". Además, dice que tenía entre sus condiciones evitar sufrimiento a sus hijos y que sus cuerpos desaparecieran porque "sin cadáveres no hay crimen".
"La mañana del día ocho fui a despertarlos, pero cuando llegué a la cama mi hijo José ya estaba despierto y me echó los brazos para que lo cogiera. Al hacerlo pensé: 'Vaya tela que sea hoy el último día que te vea, pero no puedo soportar la idea de que pases momentos allí'. No recuerdo nada más. No sé si hablé con ellos, pero no hubo palabras especiales. No hubo despedidas ni sentimentalismo. Yo estaba ido. Solo pensaba en que todo acabara", ha relatado sobre la jornada del crimen.
En cuanto al asesinato, José Bretón dice que no fue consciente hasta que vio arder los cuerpos: "Allí mismo, al pie de la hoguera, en cuanto los cuerpos empezaron a arder. '¡Pero qué has hecho!', me repetía una y otra vez. '¡Pero qué has hecho! ¡Qué has hecho!'. Ojalá hubiera podido dar marcha atrás en ese momento. Pero ya no había remedio".
Aunque ahora reconoce la brutalidad del crimen por el que asesinó a sus propios hijos, defiende que ocultó todo lo ocurrido y ofreció una versión falsa porque "eso significaba ir de cabeza a la cárcel y yo no quería ir a la cárcel". Algo que finalmente no logró: "Si no había cuerpos, no podían acusarme de nada. No podían condenarme. Estuve a punto de conseguirlo. Me faltó solo un poco más de suerte".