Aunque los atentados del 13 de noviembre ocurrieron en París, Bruselas ha acaparado rápidamente la atención de autoridades y medios como foco terrorista en Europa. Al mismo día siguiente de los sucesos se comenzó a controlar la frontera entre Francia y Bélgica y se realizaron los primeros arrestos a personas relacionadas con los ataques, como el francés que había alquilado un coche a los terroristas de la sala Bataclan. El origen de la planificación de los atentados parece conducir a Molenbeek, un barrio deprimido al oeste de Bruselas. Allí se habrían organizado Abdelhamid Abaaoud, muerto en una redada en el barrio parisiense de Saint Denis; Salah Abdeslam, todavía en búsqueda y captura internacional y presuntamente en Bélgica; y el resto de integrantes de la operación terrorista.
El sábado, sin embargo, se elevó la alarma terrorista en la capital belga, y a lo largo del fin de semana las operaciones policiales y las detenciones se han sucedido por toda la ciudad, todavía sin dar con Abdeslam. Hoy, lunes, Bruselas ha amanecido aún bajo alerta máxima, el primer día laborable en el que colegios, universidades y parte de las infraestructuras han permanecido cerrados.
Ferran, un joven mallorquín que vive allí desde hace más de 3 años, nos ha contado cómo está viviendo estos días. "Sí que es verdad que hay menos gente por la calle y yo hoy cuando venía al trabajo he visto bastante menos tráfico que de costumbre. Creo que hay mucha gente trabajando desde casa". Además del cierre de los centros educativos, "el metro y el tranvía bajo tierra están paralizados, aunque los autobuses y tranvías en superficie funcionan".
"Ahora mismo estoy en el trabajo. Compartimos oficina con varias organizaciones y hoy estamos tres despachos trabajando aquí, de los doce que hay. Tampoco controlo las otras organizaciones, más o menos creo que es lo normal, sí que hay mucha gente que está trabajando desde casa pero tampoco sé si es por una cuestión de histeria o pánico o simplemente porque el metro no funciona. En nuestro caso, estamos todos los que teníamos que estar".
Sí, hay policía, más de lo normal por la calle. Policía y ejército
Hay que tener en cuenta que, en Bruselas, a la problemática del foco terrorista y la investigación policial se une la presencia de numerosas instituciones, por lo que las precauciones están siendo extremadas. "Muchas de las instituciones europeas están cerradas. Sé que la OTAN, a todas las personas que no eran indispensables, les ha dicho que no importaba que no fueran a trabajar, que podían hacerlo desde casa".
"Sí, hay policía, más de lo normal por la calle. Policía y ejército", afirma Ferran. A pesar de eso, asegura que no ha visto ninguna maniobra que le haya llamado la atención. Y es que el joven prefiere mantener la calma, y apuesta por que la vida debe continuar. "Los amigos con los que he hablado están bastante tranquilos, tampoco es nada que puedas cambiar. Este fin de semana he salido poco, pero ayer todo estaba normal, como cualquier domingo por la tarde. La ciudad está muerta, pero es que la ciudad está muerta cualquier domingo por la tarde. Acabo de hablar con mi compañero, que ha estado comiendo en un café, y estaba lleno de trabajadores. En el edificio que tengo al lado están haciendo obra y los obreros están trabajando. Hay algunas tiendas abiertas, otras cerradas, algunos restaurantes abiertos y otros cerrados. Sí que tengo entendido que las zonas más comerciales del centro sí que están cerradas, pero en mi barrio todo muy normal, como cualquier otro día".
"El problema de todo esto es que llevábamos ya unos meses en alerta 3, el fin de semana pasamos a alerta 4, y no podrán bajar la alerta salvo que haya algo que lo justifique. Mañana igual sigue la alerta, pasado igual también, y en un momento dado la gente tendrá que plantearse que hay que seguir viviendo el día a día normal".
La gente tendrá que plantearse que hay que seguir viviendo el día a día normal
Este mensaje de tranquilidad se debe en parte a que Ferran sabe que desde fuera se están percibiendo las cosas de una forma muy extrema. Él trabaja en una ONG y se han visto obligados a modificar unas conferencias que estaban preparando por el temor de los asistentes. "Los ponentes no van a venir, vienen de fuera de la ciudad y tienen miedo. No cambiamos el evento por cómo está la cosa aquí en Bruselas sino porque la gente de fuera no quiere venir. De hecho, mañana tenemos un acto en el Comité de las Regiones y la institución nos dice que ellos siguen adelante y que no hay problema, nos garantizan la seguridad".
¿Cómo es Molenbeek, el foco terrorista?
Aprovecho la llamada para preguntarle por Molenbeek, el barrio en el que se están centrando las investigaciones policiales. "Es un barrio pobre. Tiene un porcentaje bastante más alto de la media de Bruselas de personas de origen extranjero, muchos magrebíes, aunque seguramente casi todos sean belgas. Creo que es la comuna más pobre de toda Bélgica, tienes una tasa de paro del 40%... Digamos que no ha habido mucha redistribución de la riqueza en los últimos años ni mucho esfuerzo de integración o de promover activamente la integración."
La capital de Bélgica tiene una identidad bastante difusa como fruto del cruce entre el día a día urbano y la omnipresencia internacional, a lo que se suma ahora la tensión social y la vigilancia policial. "Piensa que Bruselas es una de las ciudades más desiguales de toda Europa. Tienes gente trabajando en las instituciones europeas y ganando miles de euros al mes sin pagar impuestos, y luego tienes gente con estándares de riqueza muy bajos. No hay tensión pero al final tienes un barrio que es sistemáticamente más pobre, que los índices de fracaso escolar son más altos, que el paro es más alto... y otros barrios que son los más ricos de Europa. De todas formas, te puedes pasear tranquilamente por Molenbeek y no pasa nada, es un barrio pobre, ya está".
En cuanto al papel de los medios de comunicación, Ferran cree que tienen una labor complicada si lo que quieren es tranquilizar a la población: "la verdad es que la información que dan es bastante escueta. Yo creo que están intentando rebajar la histeria, pero es difícil, cuando dices que va a haber un ataque inminente pues obviamente la gente se pone histérica".
Está claro que es complicado calmar a la población ante una situación tan excepcional como la que se está viviendo estas semanas en Europa. La gente asustada quiere sentirse segura, y no son pocos los que reclaman acciones contundentes (y visibles) para tranquilizarse y plantar cara al terrorismo, mientras que las autoridades quieren evitar a toda costa la catástrofe que supondría que se repitiesen sucesos como los de París. Algún día llegará la calma y volverá la normalidad, pero, con sucesos como la evacuación esta mañana de un colegio de Amberes por aviso de bomba, parece que a las calles de Bruselas les esperan unos días de bajo tránsito.