Un equipo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha detectado un brote descontrolado de leishmaniosis humana, cuyo origen se localizada en la localidad de Fuenlabrada (Madrid).
Los expertos que están analizando este brote, pertenecientes al departamento de Sanidad Animal de la facultad de Veterinaria de la UCM, han destacado que este brote está aumentando su virulencia en el ser humano.
Así lo han constatado en un artículo publicado en la revista científica 'Transboundary and Emerging Diseases'. El problema: se está registrando una mayor interacción de los insectos transmisores con los conejos y libres que actúan como reservorios del patógeno y desde el que se disemina hasta llegar a seres humanos.
Hasta ahora, esta enfermedad se diagnosticaba principalmente en perros, niños y adultos con problemas inmunológicos, donde el patógeno llegaba a multiplicarse de manera descontrolada. Pero este brote ha abierto una puerta que preocupa a los investigadores: se está observando que los seres humanos se están viendo afectados "independientemente de su estado inmunológico" (hay un 70% de afectados con un sistema de defensas óptimo), lo que abre la puerta a una posible mutación.
El brote se está empezando a controlar, pero los científicos advierten en su estudio: "Hay una lenta propagación de la enfermedad hacia otras zonas de la Comunidad de Madrid. Por el momento, fuera de la región solo se han detectado casos sospechosos en la Comunidad Valenciana", señalan.
Vías de transmisión y síntomas
La leishmaniosis humana se transmite a través de la picadura de un insecto, el felbótomo, que hace de vector. Un insecto que, precisamente, se ha multiplicado en el parque de Fuenlabrada al que se achaca el citado brote, derivado de "cambios medioambientales inducidos por la actividad humana", señalan los expertos.
Esos cambios han sido determinantes para la expansión de la enfermedad. Así lo explican los científicos: "Son terrenos degradados que han sido convertidos en parque público sin someterse previamente a una evaluación de impacto ambiental. Esto, en un municipio como Fuenlabrada, que ha pasado en muy pocos años de ser una zona rural a convertirse en un núcleo urbano".
Estas modificaciones han dejado "un ecosistema idóneo" para que prolifere el insecto y aumenten las infecciones relacionadas con un parásito que hospeda en liberes y conejos, también muy frecuentes en algunas zonas del municipio.
Por otro lado, los síntomas son muy diversos. Afectan a la piel, las mucosas o a las vísceras. Si no son tratados a tiempo, la enfermedad puede ser mortal, por lo que es necesario priorizar la asistencia sanitaria.
Los síntomas descritos son los siguientes: dificultad para respirar, llagas o úlceras en la zona de la picadura del insecto, congestión y hemorragia nasal, úlceras o erosión en la boca, lengua, encías, labios o nariz; manifestaciones viscerales de mayor gravedad; así como picos de fiebre y debilidad.
Por el momento no hay una vacuna para evitar el contagio de la infección, pero sí existe un tratamiento altamente efectivo para superar la enfermedad: "El tratamiento con medicinas antimoniales, letales para el parásito, en combinación con la aplicación de frío sobre las pequeñas lesiones aparecidas en la piel (crioterapia) está siendo suficiente para lograr la recuperación de los pacientes afectados", destacan los expertos.
Como medida de recomendación, los autores finalmente señalan: "En cuanto a los paseos por el parque, no hay ningún peligro siempre que se hagan fuera de las horas de vuelo del insecto que transmite la enfermedad: lo mejor es evitar esa zona al final del día".