Sería imposible determinar la de veces que vi las dos pelis de 'La momia' de Stephen Sommers siendo adolescente. Con ello, es bastante evidente dejar claro que, igual para mí, Brendan Fraser fue un icono generacional con el que muchas personas aficionadas al cine crecimos. El actor, nacido en Indianapolis en 1968, había debutado en el cine en 1991, pero no sería hasta finales de los noventa cuando vería cómo su nombre pasaba a formar parte del star system de Hollywood.
Tras ser 'George de la jungla' en 1997 y haber estado presente en 'Dioses y monstruos' un año después, sería gracias al personaje del aventurero Rick O'Connell por lo que los estudios se rifaban tener su nombre en alguna de sus producciones. Un idilio que se mantuvo hasta 2008, año en el que estrenaba 'Viaje al centro de la Tierra' y 'La momia: La tumba del emperador dragón' (dirigida por Rob Cohen y con Maria Bello retomando el papel de Rachel Weisz como Evelyn). Pero por aquel entonces, las alegrías de Fraser habían empezado a ser enturbiadas por una serie de problemas de salud y una tortuosa ruptura sentimental.
En 2007, nueve años después de su matrimonio con la actriz Afton Smith, la pareja se separó (en un divorcio que se alargó durante dos años) y el actor tuvo que hacer frente a 900.000 dólares anuales de pensión y gastos de manutención de sus tres hijos. Además, por el hecho de haber puesto su cuerpo al límite a la hora de afrontar él mismo las escenas de acción que tenía que rodar en sus producciones, Brendan Fraser se había sometido a varias intervenciones quirúrgicas durante más de un lustro, derivadas de traumatismos en la rodilla, costillas rotas y una delicada operación de columna. A medida que sus facturas médicas aumentaban, los contratos iban disminuyendo, razón de más para tener que solicitar una reducción de la manutención que supuso las alegaciones pertinentes por parte de su exmujer en los juzgados.
Tal y como confesó en una entrevista a GC en 2018, el rodaje de la tercera parte de 'La momia' fue un auténtico suplicio: "Me envolvían con cinta adhesiva y hielo, simplemente como un nerd y fetichista de las bolsas de hielo. [...] Cada día me tenían que hacer un exoesqueleto".
En esa misma entrevista, el actor confesaba haber sufrido abusos por parte del periodista Philip Berk, presidente de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood.
En plena explosión del movimiento #MeToo, el actor daba un paso adelante y relataba su historia, sucedida en el año 2003 en el Hotel Beverly Hills, donde Berk se le acercó y, tras agarrar una de sus nalgas, le tocó el perineo con uno de sus dedos. Tras el incidente, Fraser no supo gestionar bien la reacción, asegurando que se sintió humillado y entró en pánico. Sus representantes exigieron una disculpa pública por parte de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood, y esa es la razón por la que el actor considera que fue apartado, alegando que, por ejemplo, dejó de ser invitado a los Globos de Oro, de los que Berk pasó a ser presidente en 2005. Por su parte, el periodista contó el suceso en sus memorias, calificándolo como "una broma".
Sumergido en una profunda depresión derivada del conjunto de todos esos inputs, el actor regresaría a la vida pública de mano de la televisión, compensando su declive de cuota en pantalla en el cine y compaginando una serie de papeles en la pequeña pantalla en títulos como 'Texas Rising' o 'The Affair', pero no sería hasta 2018 cuando se sintió su regreso. Fue gracias al papel de Fletcher Grace, el ex agente de la CIA que interpretó en 'Trust', miniserie de FX sobre la familia Getty, magnates del petróleo. Sin haber parado de trabajar desde entonces, ha sido ahora cuando hemos podido ver el verdadero renacer del Fraser estrella. Y lo ha hecho en el Festival de Venecia de la mano de Darren Aronofsky y su última producción: 'The Whale'.
The standing ovation for #TheWhale was so enthusiastic, Brendan Fraser tried to leave the theater but the crowd's applause made him stay. #Venezia79 pic.twitter.com/ZZ0vbFX7Rl
— Ramin Setoodeh (@RaminSetoodeh) September 4, 2022
En ella, cuya actuación le valió una emotiva ovación por parte de los presentes en su pase en el festival, interpreta a Charlie, un profesor de literatura de 275 kilos de peso que pretende conectar de nuevo con su hija (Sadie Sink), a quien no ha visto desde que hace años la abandonase (a ella y a su mujer) por su amante gay. Tras la muerte de este, la depresión haría que se encerrase en una relación autodestructiva con la comida.
Hay quienes ya aseguran que su carrera hacia el Oscar ha comenzado. Y todos sabemos que, llegase esta a materializarse o no, el hecho de que Brendan Fraser haya vuelto a conectar con el público y la crítica tras estos años en los que (para muchos) ha desaparecido para sanar sus heridas, es una razón más que suficiente para hablar de que estamos ante el auténtico renacer de una estrella.