España siempre ha tenido una posición internacional complicada en algunos puntos, como suele suceder a la mayoría de las fronteras meridionales de la Unión Europea. Intenta hacer, por ejemplo, bloque en políticas internacionales, pero sus recursos energéticos no proceden generalmente de países situados en el Cáucaso o Rusia; sino del norte de África, principalmente Argelia, que es quien nos suministra la mayor parte de nuestros recursos.
Argelia, entre sus intereses, protege a altos cargos del Frente Polisario (principalmente en Tinduf) y tiene gran interés en mantener su apoyo porque les permite, entre otros aspectos, una salida amplia hacia el Océano Atlántico.
Precisamente, en Argelia se encuentra el líder del Frente Polisario Brahim Ghali. Las posturas del Gobierno de coalición en torno a cómo debe gestionarse el asunto de la independencia del Sáhara ya han traído algún quebradero de cabeza. Marruecos, en cuanto a vecino, sabe que puede presionar a España cuando muestra guiños. Entre otros aspectos, permitiendo la llegada masiva de migrantes a las costas canarias. O Ceuta.
A esta ciudad autónoma ya han llegado más de un millar de migrantes por las bahías norte y sur, mientras que los guardias marroquíes, sobre todo en el tramo del Tarajal, hacen caso omiso
Lo que sucede ahora en Ceuta puede tener una vinculación similar con las relación hispano-marroquí. Una relación que no solo se aplica en el control migratorio, también en el pacto antiyihadista o en el comercio, como la pesca en sus aguas (firmado, en este caso, a nivel comunitario pero con la gran intermediación española).
La crisis actual en Ceuta bien podría dar comienzo el día en que Brahim Ghali empezó a notar los primeros síntomas del coronavirus y fue trasladado a España. Algo que no gustó nada a Marruecos, que emitió un comunicado a España mostrando su "decepción por este acto contrario al espíritu de asociación y buena vecindad".
Llama la atención que las autoridades argelinas no valorasen la posibilidad de trasladar a Ghali a Ginebra o Moscú; lugares donde ya han sido atendidos los expresidentes Huir Bumedian o Abdelaziz Buteflika con enorme discreción. En lugar de Ginebra o Moscú (Francia se descartaba por falta de seguridad)... eligieron Logroño.
Argelia se quita un problema que le incomodaba
Enviando a Ghali a España, Argelia también deja un poblema atrás. La Audiencia Nacional investiga su presencia en España, puesto que se le imputan delitos de genocidio tras una denuncia interpuesta por la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos (ASADEDH) ante el Juzgado Central de Instrucción número 5 del titular Santiago Pedraz.
El documento solicita al alto tribunal que, ante las noticias aparecidas, es necesario comprobar la veracidad de los hechos y, si procede, "tomar la oportuna declaración al investigado Brahin Ghali y dictar orden de detención para no eludir la acción de la justicia internacional".
Además, fue imputado en el año 2016 por el juez de la Audiencia Nacional, José de la Mata por delitos de genocidio, asesinato, torturas y desapariciones contra la población saharaui disidente refugiada en los campamentos de Tinduf (Argelia). Ese mismo año fue elegido nuevo secretario general del Frente Polisario y ocupó el cargo de presidente de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática tras la muerte de Mohamed Abdelaziz tras casi 40 años en el cargo. España ya había reclamado su extradición desde Argelia, pero el país había mantenido su apoyo y había obviado la petición aludiendo el traslado de poderes tras la salida del entonces presidente Abdelaziz Buteflika.
La apuesta por la transición en el poder saharaui
En este contexto, Argelia apuesta por situar en el movimiento saharaui a un liderazgo menos militarista, con un talante más moderado y dialogante que se enfoque en alcanzar algún tipo de solución pactada con Rabat en el terreno político.
Hay figuras que ya suenan para esta sucesión: el jefe de los servicios de seguridad saharauis y exministro de Defensa, Abdallah Lahbib Bilal, el exministro y embajador en Argel, Abdelkader Taleb Omar o Bachir Mustaga Sayed, que ejerció durante años como enlace del jefe de los servicios secretos argelinos, Mohamed Tawfik, aunque muchos le dan por descartado.
En todo caso, el futuro de lo que suceda en el Sáhara será determinante para el futuro de este territorio. El pasado mes de noviembre de 2020 ya se desencadenaron enfrentamientos que todavía continúan y que han puesto final a una calma tensa mantenida durante décadas.