La reciente prueba nuclear de Corea del Norte (sexta en total) sirvió para que la única dinastía comunista del planeta demostrase al mundo su capacidad de atacar con la mortífera bomba H, un artefacto de carácter termonuclear cuyas consecuencias serían devastadoras. En este artículo se puede comprobar el efecto devastador que produciría en las principales ciudades españolas.
El estallido de la bomba se suma a los recientes lanzamientos de misiles que ha realizado el régimen y que prometían alcanzar varias zonas de los Estados Unidos. La idea del Ejército es colocar una de esas bombas sobre esos misiles con el fin de destruir importantes enclaves occidentales.
Uno de esos objetivos podría ser España. El Gobierno cuenta con la capacidad operativa suficiente para atacar el país en cuestión de horas, si así se lo propone. Cuenta con la tecnología necesaria.
Jeffrey Lewis, experto en no proliferación nuclear del Instituto Middlebury de Estudios Internacionales de California, ha calculado en 10.000 kilómetros el misil. Otros expertos incluso aumentan la cifra a los 11.000. Y los datos no deben de ser falsos, teniendo en cuenta la inmediata reacción de la mayoría de potencias occidentales.
El propio presidente norcoreano, Kim Jong-Um, aseguró que el arsenal nuclear podría atacar en cuestión de horas la zona continental de Estados Unidos, que se encuentra en el rango de los 10.000 kilómetros. La capital española, Madrid, se encuentra a 9.700 kilómetros de la base nuclear de Hamgyong, por lo que un ataque de estas características sería posible.
Sin embargo, la fiabilidad y resistencia de los misisles encargados de tranportar las bombas queda en entredicho. En más de una ocasión, los artefactos han terminado abandonando la atmósfera para después desintegrarse en la capa de Ozono.
La bomba que ahora ha desarrollado Corea del Norte puede provocar temperaturas de 15 millones de grados durante su impacto, tal y como demostró Estados Unidos cuando estalló por primera vez una bomba de hidrógeno en el atolón de las islas Marshall en el año 1952. La temperatura alcanzada es similar a la del Sol.
La bomba que ahora posee Corea del Norte puede desatar una carga de 100 kilotones, por lo que el desastre medioambiental sería imprevisible. Por tanto, junto a la ingente cantidad de pérdidas humanas, los territorios afectados quedarían completamente inhabitables durante décadas.