La comunicación cara a cara está perdiendo terreno en el siglo XXI. Cada vez mandamos más whatsapps, llamamos menos por teléfono y hablamos más a través de los perfiles de redes sociales. Para evitar esto, en Dinamarca han creado una corriente basada en una idea que todos conocemos: las bibliotecas. Pero les han dado una vuelta de tuerca.
En lugar de alquilar libros durante un periodo determinado de tiempo, lo que se "alquilan" son las personas. Así, cuando queramos consultar algo sobre un tema específico, en lugar de acudir a un libro, acudiremos a una persona con la que podremos entablar conversación acerca del tema que nos interese.
La 'biblioteca humana', fue creada en Copenhague en el año 2000. Su objetivo era entonces "publicar personas como libros abiertos" para que otros puedan hacer preguntas sobre sus vida y experiencias. En definitiva, dar la oportunidad de que gente de todo el mundo y con diferentes contextos culturales y socioeconómicos, puedan sentarse a charlar durante un rato con un único objetivo: derribar barreras.
Cada persona, cada 'libro', representa una minoría sometida a prejuicios, estigmatización o discriminación por su estilo de vida, diagnóstico, creencia, discapacidad, condición social u origen étnico. De esa manera podremos conocer sus puntos de vista e intentar romper con el estereotipo infundado en nuestra mente por la sociedad.
En su web, la biblioteca asegura que puede proporcionar un espacio seguro para el diálogo y anima a que cualquier persona pueda compartir sus problemas: "Buscamos personas sin hogar, desempleadas, deprimidas, con problemas de salud mental, discapacidades, que pudieran ayudarnos a educarnos"
Cómo funciona la iniciativa
Puedes seleccionar un libro (es decir, una persona) y tomarlo prestado durante treinta minutos. Durante este tiempo, puedes escuchar su historia y hacerle todo tipo de preguntas. En teoría, "ninguna pregunta está fuera de los límites, aunque es posible que sean los propios libros quienes no quieran responderlas".
El único límite es el respeto, tanto el de la persona que elige la historia como el de quien la está compartiendo. Como en cualquier biblioteca, hay que 'cuidar los libros': las personas que comparten algunos aspectos de su vida deben estar seguras, tranquilas y dispuestas a seguir siendo 'obras' de esa biblioteca de la vida.
La clave de todo esto se encuentra en la ideología: más allá de escuchar a una persona hablando, lo que la iniciativa busca es juntar personas con criterios muy dispares para que escuchen opiniones diferentes. Por ejemplo, que un activista del cambio climático se encuentre con alguien que piensa que el calentamiento global es una farsa.