Bernardo Montoya, el asesino confeso de Laura Luelmo, cuenta con un largo historial delictivo a sus espaldas. Junto a la condena de 22 años por asesinar a una anciana de 80 años (cumplió 17) en 1995, también cuenta con otro delito por robo por violencia.
Esta última sentencia es la más llamativa. El asalto realmente había incluido un intento de violación, según señala el diario El Español. Montoya asaltó a la mujer, clavó un cuchillo en el cuello del perro que la acompañaba, e intentó agredir a la joven. El estado de embriaguez en el que se encontraba permitió que la víctima huyese del lugar sin que el condenado perpetrase definitivamente su agresión. Por todo ello, finalmente, fue condenado a 2 años y 10 meses sin que se contemplase ningún delito de carácter sexual. Unos hechos que recuerdan a lo que ahora ha confesado sobre Laura.
El perfil reincidente de Montoya se explica con mayor detalle en el caso de la mujer de 80 años. Este proceso se dividió en dos partes. La primera, cuando entró por la fuerza para robar en su vivienda. Ella le sorprendió in fraganti y él respondió apuñalándola, aunque sobrevivió. El acusado fue detenido y puesto en libertad. En ese momento aprovechó para regresar a la vivienda y terminar con la vida de su víctima. Por ello fue condenado a 22 años y salió tras 17 en la cárcel. Se incluyó el atenuante psicológica porque su consumo de drogas había "afectado levemente su conducta".
Pero el caso de Montoya no es único. Su gemelo Luciano Montoya cuenta con un historial similar por el que se encuentra cumpliendo pena en la cárcel de Ocaña II de Toledo. Llegó a ser sospechoso en este caso, aunque fue rápidamente eliminado de la lista por esta coartada.
El gemelo de Bernardo fue condenado por asesinar a una joven de 35 años en el año 2001. La robó a las puertas de una discoteca, la amenazó si ponía una denuncia y, con la información de su DNI, se desplazó hasta las puertas de su vivienda para acabar con su vida.
Un historial problemático desde la etapa escolar
El historial de los Montoya viene de largo y comienza desde la etapa escolar en el Divino Salvador, el único centro de estas características que se encuentra en Cortegana (Huelva), donde residieron durante aquella etapa, a 40 kilómetros de El Campillo y donde ahora tienen vetada la entrada. Allí protagonizaron todo tipo de actos violentos que sus compañeros de aulas no han olvidado con el paso del tiempo.
Según relata una de las personas que compartieron esa etapa al diario El Confidencial, "recuerdo que, tendríamos unos 10 años, no más, me pegó un golpe en la barriga, que todavía me aterra cuando lo pienso".
Este caso no fue, ni de lejos, aislado: "A esa edad ya protagonizaban incidentes como peleas o intentos de prender fuego al colegio. Imagínate. Han sido agresivos. Muy violentos", denuncia una vecina de Cortegana.
Los gemelos abandonaron el pueblo tras una revuelta en la que la comunidad gitana expresó su rechazo
Algunos de los vecinos de la localidad en la que residieron señalan que el padre era muy tranquilo y no había protagonizado ningún escándalo. Sin embargo, no opinan lo mismo de la madre, a quien apuntan como el referente del camino que los hermanos decidieron elegir libremente.
Ambos han contado con diversos problemas con las drogas desde muy jóvenes. Su salida del pueblo, en el año 2005, se produjo en mitad de la revuelta producida por la comunidad gitana en Las Eritas, un barrio de Cortegana. En un crimen que nada tuvo que ver con los hermanos, la comunidad gitana se levantó para limpiar el barrio de delincuencia y evitar el estigma que los relaciona con un paupérrimo porcentaje de esta población.
Los acusados, envueltos en escándalos, decidieron abandonar el pueblo, donde nadie les dirigía la palabra. Ahora, con todo lo vivido en el, recuerdo, sus antiguos vecinos se compadecen del destino de Laura. "Hemos tenido miedo. Pobrecita, pobrecita, qué lástima", se compadece una vecina de la localidad onuvense en declaraciones a El Confidencial.
La huella de los Montoya, de los hermanos gemelos, pervive entre sus convecinos. Ambos cuentan con un historial similar y pasarán una buena temporada en prisión. ¿Servirá esta enésima entrada para cambiar su conducta?