A veces nos encontramos tan mal tanto anímica como psicológicamente que cualquier remedio para curarnos nos parece bien. Y de esto se aprovechan personas que venden pastillas de homeopatía como solución al cáncer o terapias que se supone que revierten la diabetes, cuando es imposible. Ahora hay una nueva moda que no sólo no ayuda a nuestro organismo, sino que resulta asquerosa.
Se trata de beber nuestra propia orina. Aunque la moda estúpida de antes no era menos repugnante, ya que consistía en untar nuestro meado en la cara. Decían que tenían fines cosméticos y muchos se lanzaron a ello porque se suponía que rejuvenecía nuestra piel. De hecho, existe un nombre tecnico para referirnos a esto: orinoterapia o urinoterapia. Que hace 5.000 años se utilizase esta técnica vale, pero en la actualidad no tiene sentido. Y menos sabiendo los problemas que puede llegar a ocasionar.
El científico y presidente del Círculo Escéptico de España, Vicente Prieto, asegura que estas "terapias" son un fraude disfrazado de "psudociencia". "La orina está llena de productos que desecha nuestro organismo. Es como si bebiésemos agua de las alcantarillas", asegura Prieto a Código Nuevo.
Quienes defienden beber o untarse la cara con orina dicen que los beneficios son numerosos: ayuda a delgazar, potencia nuestro libido, limpia el hígado, ayuda a curar el acné, la alopecia y hasta el cáncer. "Una barbaridad muy gorda y peligrosa", explican desde la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas y alertan del peligro que conlleva hacer caso a los que defienden la orinoterapia.
Y es que las personas que sufren cáncer reciben un tratamiento "muy delicado" cuyos desechos químicos se expulsan por vía urinaria, y bebernos la orina que contiene esos compuestos perjudiciales es "una locura". "No se debe abandonar nunca la medicina científica para practicar estas psudociencias. Si tenemos un problema de salud hay que visitar al médico, pero no podemos practicar este absurdo porque no existen evidencias médicas", sentencian desde la Asociación.
Muere por inyectarse orina
La locura por la orina ha llegado a acabar con la vida de una persona. En 2009 la modelo Gabriela Ascarruz falleció después de que una amiga le inyectase orina en una bolsa de suero antes de ser operada. Dicha amiga seguía como un mantra la psudociencia, aunque llevó a cabo esta práctica con su consentimiento.
La modelo acudió a operarse a Chile para reducirse el estómago y acabó muriendo por una infección generalizada causada por el pinchazo de orina.