Encuentran en Tailandia a un bebé de siete meses enterrado vivo boca abajo en una tumba poco profunda. El recién nacido, llamado Aidin, presentaba graves heridas en su cuerpo, 14 puñaladas infligidas con un cuchillo.
Según recoge el Daily Mail, la madre del pequeño debió de darle por muerto después de las horribles heridas que presentaba, por lo que decidió enterrarlo y abandonarlo a su suerte. Sin embargo, un pastor que pasaba por la zona escuchó el llanto de la criatura. En un primer momento pensó que se trataba de un animal moribundo, pero luego vio el pie del pequeño, que sobresalía del estrecho agujero.
El pastor intentó mantener la calma y comenzó a cavar con sus manos todo lo deprisa que pudo. Una vez que tuvo al bebé entre sus brazos pidió ayuda a los servicios sanitarios.
El personal del hospital confirmó que el bebé había sufrido 14 puñaladas, pero que había sobrevivido a ellas gracias a que la tierra ejerció presión sobre estas, evitando que el pequeño se desangrara.
En estos momentos el Aidin se encuentra en un orfanato, donde está en buen estado y a la espera de ser adoptado por la una familia sueca.
Una historia con final feliz
Supachai Pathimchart, personal del orfanato Kaen Thong, asegura que se han llevado a cabo todos los procedimientos necesarios para asegurarse de que el bebé pueda irse sano con su nueva familia. También ha declarado que Aidin "ha sobrevivido a una mala experiencia pero que tiene mucho carácter y que en estos momentos se encuentra en muy buen estado y feliz".
El pastor que encontró al bebé también ha recibido con gran alegría la noticia de su adopción y da gracias a la vida porque "unas horas más tarde y el bebé probablemente no habría sobrevivido".
Las autoridades han localizado a la madre del pequeño gracias a las pisadas y las huellas de motocicleta de los alrededores del árbol donde se encontraba Aidin. Se trata de una mujer de 42 años residente de la zona. La presunta culpable será juzgada por intento de homicidio y por abandono de menores.