Hace ya 27 años, en 1990, los vecinos del barrio de Cerro Belmonte, en el distrito de Fuencarral de Madrid, pidieron "asilo político" a Cuba cuando protestaban por el desalojo de sus viviendas, al que estaban siendo forzados.
Este desalojo formaba parte de un plan municipal de expropiación que a su vez formaba parte de un plan mayor para recuperar las "bolsas de deterioro urbano", una iniciativa promovida por el Gobierno de Juan Barranco que se llevó a cabo en el siguiente mandato, el de Rodríguez Sahagún.
La ayuda de Cuba
Esta decisión consiguió que los vecinos se revolucionasen y solicitaran ayuda a Fidel Castro ya que, según ellos, el dictador cubano "expropió a los ricos para dárselo a los pobres, no como aquí, en Madrid, donde el Ayuntamiento hace todo lo contrario".
Sorprendentemente, Castro les hizo caso y se implicó en su causa hasta el punto de que invitó a los veinticuatro vecinos a Cuba. La mitad de ellos aceptaron y se pasaron diez días en la isla con todos los gastos pagados, cortesía del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Los principales medios españoles y caribeños, además de otros como la BBC, se hicieron eco de la noticia.
El plan independentista
El Consistorio tenía previsto pagar a los desalojados 5.018 pesetas por metro cuadrado, mientras que los afectados aseguraban que las viviendas situadas a pocos metros de las suyas estaban valoradas en 30 millones.
Por eso los vecinos, a finales de Agosto de ese año y a modo de protesta, se encerraron en la parroquia de Santa Cruz sin ningún tipo de permiso, donde emprendieron un encierro "indefinido". No duró mucho ya que el párroco llamó a la Policía Nacional, que les obligó a desalojar.
El 5 de septiembre de ese mismo año, ya sin saber qué hacer, los habitantes de Cerro Belmonte celebraron un referéndum para separarse del país opresor, una independencia que se aprobó con 214 votos a favor y 2 en contra.
Aunque era totalemente ilegal y absurdo y únicamente duró una semana, les sirvió para conseguir ruido mediático. Tras declararse estado independiente crearon su propio himno y bandera y acuñaron una moneda el "belmonteño", que irónicamente equivalia a las 5.018 pesetas que les ofrecía el Ayuntamiento.
Toda esta historia puede sonar surrealista, pero a los vecinos de Cerro Belmonte les sirvió de mucho, ya que el Gobierno municipal decidió dar marcha atrás en su decisión de expropiar. Tras este logro, los vecinos "renunciaron" a la independencia para volver a ser parte de España.