En mitad del escándalo que salpica a su pareja, Isabel Díaz Ayuso decidió poner tierra de por media para evitar las preguntas incómodas. Justo cuando se conocía la imputación de Alberto González Amador por dos delitos fiscales y uno de falsedad documental, la presidenta de la Comunidad de Madrid se encontraba en Chile para promocionar la capital española.
Ante la nueva situación de su novio, la conservadora se excusa asegurando que ya no puede referirse al tema ya que está judicializado. "Se demostrará lo que pasa y lo que he dicho y después se valorará", ha repetido.
Si en los cuatros días que ha durado su visita a Chile ha guardado silencio sobre González Amador, que habría defraudado 350.000 euros a Hacienda, sí los ha aprovechado para, de nuevo, cargar contra el Gobierno de España, asegurado que se encuentra en un "proceso de deterioro institucional" y que padecen un "intento de minar el orden constitucional".
Pero más allá de estos ataques, a los que desde el PP ya acostumbran para minar la imagen exterior del Gobierno, ha llamado especialmente la atención una confesión de Ayuso durante su visita a la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, la principal institución de educación superior estatal del país sudamericano.
Durante los 15 minutos que duró su intervención, en los que repitió hasta la saciedad que Madrid es una "ciudad libre", de "espíritu libre" y con "ciudadanos y jóvenes libres", contó una anécdota de su juventud que no ha pasado desapercibida. Al acabar sus estudios de periodismo a los 22 años, viajó junto a una amiga a Ecuador, donde hizo tremendo descubrimiento: "Llegué y dije, pero si hablamos lo mismo, el mismo idioma". "Estaba acostumbrada a que a dos horas hablaba en inglés en Londres, francés, en Francia. Me pareció fascinante cómo no habíamos sabido sacar provecho de algo tan fuerte, con tanto en común", relató.
Vuelve con las manos vacías
Poco fructífero ha sido el viaje de Ayuso a Chile, de donde ha vuelto sin mantener ningún encuentro con autoridades políticas. Las actividades de la presidenta de la Comunidad de Madrid con representantes de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) o de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) no se tradujeron en la firma de acuerdos o compromisos. Desde el entorno de la conservadora se justifican apunta que ha sido un viaje para "sembrar".
Lo que sin duda Ayuso intentó sembrar con más ahínco fue desconfianza hacia el Gobierno de Pedro Sánchez: "Ahora mismo la situación política de España no está ayudando del todo a la inversión, aunque es verdad que España es un país fuertemente descentralizado, y eso permite que las comunidades autónomas, las regiones, luego tengamos margen para trabajar nuestra fiscalidad y para aplicar políticas distintas".
