En Las Hortichuelas (Almería) ya no hay guardias civiles inspeccionando la zona. Tampoco cámaras de televisión las 24 horas del día. Sin embargo, el dolor permanece desde que el 27 de febrero Ana Julia asesinara a Gabriel. Los trece días de búsqueda y el fatal desenlace fueron un golpe demasiado difícil de asimilar, no ya solo para la familia, sino por toda la pedanía.
De este caso conocemos prácticamente todos los datos. Sabemos que, después de comer, Gabriel quería irse a jugar a casa de sus primos, en una vivienda situada a unos 80 metros de la casa de su abuela paterna. También sabemos que se marchó con Ana Julia, que iba a pintar una finca propiedad de Ángel David, su novio y padre de Gabriel. Nada se supo del pequeño desde entonces.
Como señala El Español, ahora la principal incógnita es saber cómo convenció Ana Julia al pequeño de subirse en el coche con ella hacia la casa de sus primos. Más que por el caso en sí, en el que este asunto no reviste demasiada importancia, por permitir atar cabos sueltos a la familia, e intentar así pasar página lo antes posible.
La principal hipótesis que barajan los familiares es que la asesina confesa le prometió al niño darle un poco de su Coca-Cola si iba con él. A la espera del juicio que esclarecerá todos los datos, Ana Julia únicamente ha relatado cómo se produjo el crimen y por qué, pero no las circunstancias anteriores.
Nada es igual en Las Hortichuelas
Mientras tanto, la familia intenta superar el suceso, aunque todavía es demasiado pronto para ello. La sensación es la misma en toda la pedanía de Las Hortichuelas, que se movilizó sin descanso durante los trece días de búsqueda hasta la detención de Ana Julia con el cadáver de Gabriel en el maletero.
La Guardia Civil, con Ana Julia en el punto de mira, le había colocado micrófonos en el vehículo, esperando que algún pequeño error en su plan la condenara. La prima de la abuela paterna de Gabriel ha asegurado a El Español que, en esas grabaciones, se llegó a escuchar de Ana Julia lo siguiente: "Mocoso, tú tienes la culpa, te voy a echar a un invernadero", refiriéndose a Gabriel.
La pedanía, abarrotada de mensajes de cariño hacia el niño, se alejó finalmente de los focos, pero mantiene el ambiente de tristeza y dolor. Han pasado dos meses desde la muerte del 'pescaíto', pero su recuerdo en Las Hortichuelas sigue igual de vivo que el primer día.