Después de un largo proceso, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana ha dictaminado el ingreso en prisión provisional sin fianza de Francisco Correa, Pablo Crespo y Álvaro Pérez 'El Bigotes', condenados a hasta 13 años de prisión por las contrataciones irregulares a empresas de la trama Gürtel para el pabellón de la Comunitat Valenciana en Fitur. Los tres procesados han sido destinados al centro penitenciario de Picassent (Valencia), pero su intención es solicitar el traslado a una cárcel madrileña, Centro Penitenciario de Madrid V, más conocida para Soto del Real, cuyas inmediaciones están próximas a la Audiencia Nacional.
Conocida con cierta burla como 'la prisión de los VIP', por sus celdas han pasado personajes relevantes, como Luis Bárcenas, Miguel Blesa y Francisco Granados. Sus instalaciones datan de 1995 y están dotada con las comodidades de una prisión moderna, que hace de su estancia un periodo mucho más agradecido que el que se puede pasar en otros lugares como Meco, por ejemplo. No obstante, esto no quiere decir que la temporada en Soto del Real sea unas vacaciones, ni mucho menos. Hace dos años el sindicato Agrupación de los Cuerpos de Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), denunciaba la precaria situación que se vivía en sus inmediaciones, donde las reyertas entre los presos eran comunes. Incluso llegaron a denunciar un fuerte brote de sarna que había sumido la situación en un caos. La situación de los funcionarios de prisiones no es mucho mejor, ya que Soto del Real es una de las prisiones más conlictivas, y en 2014 se convirtió en el lugar donde más agresiones con lesiones se produjeron a funcionarios. Así se contabilizaron en 2013 (último dato conocido) 329 agresiones a funcionarios.
Una rutina fija
Para Correa y Crespo los muros de Soto del Real ya son familiares, ya que ambos permanecieron alrededor de tres años tras sus paredes. En cambio, para Álvaro Pérez, la rutina del centro será completamente nueva. Esta comienza a las ocho de la mañana, cuando las celdas se abren. En ese momento, los presos deben estar completamente preparados para salir, habiendo recogido antes sus celdas. Una vez hayan desayunado, la mañana es libre, dedicándola a las actividades a las que se hayan inscrito.
Después del almuerzo, deben permanecer un rato dentro de sus celdas, a excepción de aquellos que tengan que cumplir con las labores de limpieza. Alrededor de las cuatro y media pueden volver a salir de su habitación, y dedicar la tarde a las actividades que prefieran. Tras la cena, los reclusos deben volver a sus dependencias, las cuales se cierran a las diez de la noche.
La llegada
El contacto con el mundo exterior tal y como lo conocían se corta desde el momento de su llegada. Cuando los presos entran en las inmediaciones por primera vez, los funcionarios proceden a identificarlo y a registrarlo en el libro de ingresos del centro, para lo que toman sus huellas dactilares y dos fotografías.
Después de ello, se procede al cacheo y al control de sus pertenencias. Para que desarrollen su vida en prisión con normalidad, se les entregan varios sets, uno de sábanas y manta y otro con artículos de higiene personal. Así mismo, se les da un juego de cubiertos de plástico y una tarjeta para poder utilizar el economato de prisión. Esta tarjeta deberá ser recargada por la familia, que podrá ingresar hasta un total de 80 euros semanales.
El único contacto con el mundo exterior se produce a través de los conocidos vis a vis, aunque durante la semana, disponen de cinco llamadas de cinco minutos. Tan solo pueden llamar a diez números de teléfono, que deben de haber entregado previamente a los encargados del centro.
Durante sus primeros días en el centro, los tres procesados de la Gürtel desarrollarán su estancia en el módulo de ingresos, donde recibirán la visita de un psicólogo, un trabajador social y un educador, así como de diverso personal del centro.
