Antes que nada, te lo confirmamos: alguien le ha colocado un antifaz a varias niñas y les ha dejado varios vibradores y bolas chinas mientras las grababa.
¿Suena muy turbio, verdad? Lo cierto es que el vídeo nos ha dejado toda una suerte de reacciones que, seguramente, han levantado una sonrisa a más de uno. ¡Bendita inocencia!
Sí, porque la mayoría ha confundido un vibrador con un abrebotellas (¿ironía?), un delfín o un rizador de pelo. Sin embargo, tras este hilarante vídeo hay un motivo mucho más serio: luchar contra la lacra de la explotación infantil.
Y es que, mientras que en una parte del mundo los niños pequeños han de tirar de imaginación para adivinar qué es un vibrador; en otras zonas, son obligados diariamente a prostituirse con personas que les cuadriplican o quintuplican la edad.
La responsable de esta pieza es la ONG 'Free a girl', que quiere poner el foco sobre un tema que ha afectado a hasta 223 millones de menores, que en alguna ocasión se han visto obligados a mantener relaciones sexuales forzadas y otro tipo de violencia sexual durante los últimos años.
El problema de todo ello es que la lacra está aumentando, a pesar de todos los esfuerzos para combatirla. El prototipo original (un varón blanco, adinerado, que viajaba principalmente al sudeste asiático para realizar turismo sexual), ha cambiado y se ha extendido a prácticamente cualquier hombre con más o menos dinero y local o extranjero.
Cada vez cuentan menos prejuicios a la hora de actuar, algo que revele que la lucha internacional para acabar con los abusos sexuales contra menores no están siendo tan eficaces como deberían.
Así, el vídeo impacta por el duro contraste que mantienen unos y otros niños en distintas partes del mundo. Infancias e inocencias arrebatadas por la avaricia, codicia y falta de escrúpulos de muchos responsable de esta esclavitud del siglo XXI.
No es un problema ajeno
Aunque pueda parecer que se trata de un problema de países remotos, lo cierto es que esta lacra aún permanece en un país como España.
En noviembre de 2016, la Policía Nacional desarticuló una organización de trata de blancas que operaba en el sur de la isla de Gran Canaria. Los responsables de la banda, apodados con los motes de Felipe, El Abogado o El Millonario, se dedicaron a explotar sexualmente a varias mujeres entre las que había un número destacable de menores. A todas ellas se referían constantemente como "ganado".
La polémica llegó cuando se descubrió que las siete menores que fueron víctimas de esta red procedían de varios centros de menores tutelados por el propio Gobierno de Canarias, que no estableció los suficientes controles para evitar esta situación.
De hecho, uno de los detenidos mantuvo una conversación en la que llegó a pedir que se acelerara la salida de una joven porque estaba "reservada" y no tenía dinero ni para pagar la luz. Los responsables siempre elegían a jóvenes con problemas económicos para ejercer su poder con mayor facilidad.
