Valencia, Madrid, Andalucía. Son territorios gobernados por partidos inmersos en escándalos de corrupción... en los que han ganado los mismos partidos que saquearon sus instituciones.
Y no solo eso, además, las encuestas auguran que estas formaciones puedan volver a ganar comicios e, incluso, aumentar sus apoyos. En este artículo, te vamos a explicar cuál es la causa de esa persistencia en nuestra decisión y en qué consiste la neurociencia.
Los estudios más recientes en neurociencia confirman que estamos decididos a mantener nuestras opiniones ante los hechos que las ponen en duda.
Estamos decididos a mantener nuestras opiniones ante los hechos que las ponen en duda, preferimos nuestros preconceptos y esto nos da satisfacción y seguridad
Nuestras emociones dominan nuestra razón
En la Alemania de principios del siglo XX, surgió el movimiento de la psicología de la Gestalt o de la configuración. Se trata de una corriente que bebe del trabajo de investigadores de la talla de Max Wertheimer, Wolfgang Kohler, Kurt Koffka y Kurt Lewin
Este tipo de movimiento trata de desarrollar las leyes que explican cómo somos capaces de adquirir percepciones en un mundo tan caótico. Uno de sus principios fundamentales se expresa como "el todo siempre es mayor que la suma de las partes", es decir, todo lo percibido es mucho más que información que llega a nuestros sentidos.
También se habla de la Gestalt como la 'mente colectiva'. Esta 'mente colectiva' se cuestiona si, en un sistema democrático como es el nuestro, debería mantenerse el principio de un 'un hombre un voto'. Todo, si fuésemos capaces de lograr trabajar como esa mente colectiva, claro.
La ciencia ficción ha ido un paso más allá y ha conseguido construir mundos donde nuestras mentes estarían conectadas por telepatía. Una capacidad teóricamente ideal para que funcionase la mente colectiva.
Sin embargo, vemos obras como 'Slan' (1940) de A. E. Van Vogt, en la que las razas evolucionadas de telépatas son perseguidas o en 'El hombre demolido' (1952) de Alfred Bester, cuyos telépatas tratan de prevenir el crimen, muestran las bondades y perversiones de estas sociedades avanzadas. Pero, con esta mente colectiva ¿sería nuestra sociedad más estable? No lo podemos saber, lo que sí podemos responder es que sería mucho más aburrida.
Los atenienses tuvieron el honor de ser considerados los fundadores de la democracia, durante los tiempos de Pericles. Un sistema en el que, sin embargo, no todo el mundo podía votar. El caso más llamativo, por ejemplo: los que tenían deudas públicas tenían vetado ese derecho.
Además, muchos puestos de altos cargos eran adjudicados por sorteo. Aunque no todo era perfecto, ya que practicaban también el ostracismo, es decir, el destierro al que se condenaba a los ciudadanos considerados sospechosos o peligrosos para la soberanía popular.
En definitiva, queremos seguir a Sir Winston Churchill cuando afirmó que "la democracia es el menos malo de los sistemas políticos". Pero debemos tener cuidado para que nadie utilice los nuevos descubrimientos de la neurociencia con fines que puedan perjudicarnos.