Mientras muchos sueñan todavía sueñan con regalos o jugar, Mary Bell todavía era una niña de once años cuando comenzó a convertirse en la asesina en serie más joven de la historia.
Con esta edad cometió su primer asesinato, completamente a sangre fría. Fue su vecino Martin Brown, al que arrebató la vida con tan solo cuatro años. Tan solo le empujó mientras caminaba por la cornisa de un edificio abandonado.
Fue instantáneo. La niña Mary Bell garantizó que aquella caída fuera mortal y Martin Brown sufrió un fuerte traumatismo craneoencefálico que, sin embargo, no causó su muerte instantánea. Eso no le importó: en ese momento rodeó el cuello del menor y le asfixió.
Arrojado al vacío y estrangulado a sangre fría. Ese fue el primer asesinato de Mary Bell, cuya víctima fue encontrada el 25 de mayo de 1968 con el rostro completamente ensangrentado y rodeado de pastillas. Así intentó hacer creer que el menor había fallecido por una sobreingesta de medicamentos.
No fue su único crimen. May Bell tardó solo dos meses en volver a cometer otro asesinato, en esta ocasión, en compañía de una cómplice, Norma, de 13 años. En su camino apareció Brian, un niño de tan solo tres años al que también asfixió a sangre fría hasta causarle la muerte. Después, empleó una cuchilla de afeitar para escribir en su vientre la letra 'M' a modo de firma y le amputó los genitales.
Solo tenía once años cuando Mary Bell acabó brutalmente con la vida de dos niños con los que compartía vecindario, de tan solo tres y cuatro años. Pero lo que no dejó para nada indiferente a los investigadores fue el comportamiento posterior de la niña, que se acercó a la casa de Martin Brown tras el asesinato y le espetó a su madre, que lloraba entonces: "Sé que está muerto. Quiero verlo en su ataúd".
La historia de Mary Bell
Mary Bell había nacido en una familia desestructurada y su madre, una mujer de 16 años en situación de prostitución, la sometía a violencia física y psicológica de manera continua.
Su madre, Betty, la maltrataba de forma habitual e incluso había intentado asesinarla en varias ocasiones. En una ocasión, la empujó contra una ventana lesionando su cabeza y, en otra, envenenó su comida, por lo que llegó a ser internada en un hospital, aunque finalmente sobrevivió.
Todo ello se une a la decisión de su madre de ofrecerla a sus clientes desde los 4 años mientras ejercía la prostitución. Con 8 años incluso la forzó a realizar todos los servicios que realizaba.
Fue en este contexto cuando se produjeron los asesinatos. Mary Bell fue detenida junto a una cómplice, Norma, de 13 años, sin embargo, los agentes evidenciaron dos comportamientos completamente distintos: mientras que Norma lloraba en todo momento, Bell era completamente fría y con un carácter totalmente manipulador.
La prueba clave para certificar la culpabilidad de las menores fue una conversación con sus compañeros en la que llegaban a presumir de haber asesinado a alguien. Además, el profesor de Mary Bell encontró entre sus pertenencias un dibujo con el cadáver de Brian, el bote de pastillas y píldoras arrojadas en el suelo, a pesar de que este detalle prácticamente no había trascendido.
Condenada a cadena perpetua, fue declarada después en libertad: su nueva vida
El juicio estableció directamente la culpa de todo el asesinato. Hasta el punto de que su cómplice, Norma, de 13 años, fue declarada "no culpable" y finalmente salió completamente en libertad.
Mary Bell fue inicialmente acusada de homicidio y después condenada a cumplir una pena de cadena perpetua. Como había cometido los asesinatos con once años, no entró en la cárcel, sino que fue internada en un reformatorio. Doce años después, con 23 años, finalmente fue puesta en libertad condicional y se le otorgó una nueva identidad.
El caso de Mary Bell entrañó tantas particularidades por su edad y la tipología de crimen, que se llegó a aprobar una nueva legislación a raíz de sus asesinatos.
Finalmente, en 1984 inició una nueva vida. Algunos medios llegaron entonces a instalarse delante de su casa, hasta que el 21 de mayo de 2023 una sentencia del Tribunal Supremo reconoció que tenía derecho a preservar su anonimato.
En la actualidad, se reconoce la 'orden Mary Bell', diseñada para la protección de la identidad de criminales en Inglaterra y que permite guardar la intimidad de personas que se vieron involucradas en procesos penales cuando todavía eran menores de edad.
Mary Bell llegó a participar en un libro, en el que relata su historia, llamado 'Cris Unheard': "De repente me di cuenta de la enormidad absoluta de mi crimen, que de hecho me ha quitado la vida. No puedo soportar pensar en eso. También sé, en el fondo de mi corazón, que no podría hacer algo tan horrible a propósito. No recuerdo exactamente qué pasó".
