Pese a que el actual Papa, Francisco, intenté dar una imagen de la Iglesia mucho más moderna, más evolucionada y con una mente mucho más abierta, hay todavía muchos representantes de la misma que no se muestran tan partidarios de evolucionar. Una de estas personas es, sin duda, Héctor Aguer, el arzobispo de La Plata, en Argentina. Aguer concedió una entrevista muy polémica en una radio pública argetina, conocida como la Once Diez, donde llegó a afirmar cosas como que "la racha de los nuevos feminicidios tiene que ver con la desaparición del matrimonio".
De esta forma, el arzobispo mostró a toda la audiencia que la renovación de la Iglesia no ha sido tan profunda como pudiéramos haber imaginado en un primer momento. Afirmar que hay más violencia machista porque el matrimonio está desapareciendo no solo es una falacia, sino que también señala a las víctimas como culpables. Aunque aquí no se quedaron las declaraciones, por desgracia.
Aguer afirmó también que el matrimonio "diginificaba a la mujer y la ponía en lugar de igualdad con el hombre". Analizando esa frase, se puede extrapolar fácilmente que una mujer que no esté casada no se encuentra, según Aguer, en situación de igualdad con el hombre y, por tanto, es inferior. Esta es una teoría bastante machista y misógina que, al ser expresada por una entidad de la Iglesia, hace que la propia institución quede bastante mal. Quizás si se hubiera quedado ahí, si no hubiera ido un paso más allá, se le medio podría haber ignorado; quizás se podría haber achacado su misoginia y su machismo a la época en la que nació, y a las tradiciones católicas en las que se ha criado. Pero el arzobispo dio un paso más, y llegó a afirmar que los abusos sexuales que sufren muchos niños dentro del núcleo familiar tienen también que ver con la desaparición del matrimonio.
El divorcio, causa de la pederastia según Aguer
"Todo esto tiene que ver con la disolución del vínculo familiar, que estaba fundado en el matrimonio indisoluble", trató de explicar el arzobispo durante la entrevista. De esta forma, dos de los grandes males que asolan nuestra sociedad estarían derivados de la disolución del matrimonio. Es una forma muy sencilla de lavarse las manos y no ir más allá, no plantearse que quizás el problema no esté en las víctimas, o en que una pareja decida no estar junta para toda la vida.
Ni la violencia machista ni la pederastia están causadas por la desaparición del matrimonio; están causadas por un sistema patriarcal que dota de superioridad moral al hombre. Es por esto que hay hombres que se sienten con la autoridad suficiente como para aprovecharse físicamente de un niño, o como para maltratar (a veces hasta la muerte) a la mujer que siente de su propiedad. Decir que la culpa de todo esto la tiene el fin del matrimonio tal y como lo conocíamos hasta ahora es, como se ha señalado, culpabilizar también a las mujeres. El divorcio es un instrumento que, en más de una ocasión, ha favorecido que una mujer maltratada pueda abandonar todo, huir y empezar de nuevo sin que haya nada que le ate a su maltratador. No hay nada negativo en separarse de una pareja que es tóxica o perjudicial, igual que tampoco hay nada malo en que el amor se acabe, sin más.
Relacionado también con la pederastia, Aguer habló del caso de Julio César Grassi, un sacerdote que ha sido condenado a unos quince años de cárcel tras haberse demostrado que abusó sexualmente de niños. El arzobispo no ha tenido ningún problema a la hora de salirse por la tangente y explicar que "dentro de la Iglesia hay santos y pecadores. Todo el que está bautizado, aunque sea un demonio en su conducta, es miembro de la Iglesia".
Pese a que no parece tener ningún inconveniente a la hora de hablar de un pederasta confirmado como miembro de la Iglesia, sí que considera que los actos homosexuales son "contrarios a la ley natural". No se le preguntó si consideraba a los homosexuales como miembros de la Iglesia, pero hubiese sido interesante ver su respuesta para poder compararla con la anterior. Tampoco se mostró muy partícipe del matrimonio entre dos personas del mismo sexo, así como de que ese matrimonio adoptara un bebé. "Ese niño tiene el derecho de ser criado por un hombre y una mujer", explicó.
Por desgracia, estas opiniones dentro de la Iglesia católica siguen siendo el pan de cada día. Y si bien es cierto que, con el Papa, las cosas han cambiado bastante, hay otras tantas que continúan demasiado ancladas en el pasado. Entre ellas, el arzobispo de La Plata.