El pánico cunde en Argentina ante el estallido de la peor epidemia de dengue de su historia. La enfermedad se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti, que sobrevuela especialmente las ciudades durante el otoño como consecuencia del cambio climático.
El brote actual ya ha registrado más de 180.000 casos de dengue, 400 de ellos graves, y por el momento se han contabilizado 130 fallecimientos derivados de esta patología. Se trata de un registro inédito en el país para un brote de esta enfermedad.
Esto ocurre en un contexto en el que no se están aplicando políticas públicas contra la epidemia, y el precio de los repelentes contra mosquitos, medida fundamental para evitar los contagios, ha experimentado un aumento del 400% de media en el mercado. Cabe destacar que, en el contexto actual, la demanda de los repelentes ha crecido hasta un 300%.
El diario La Nación señala que no solo se está registrando una falta de stock de repelentes, sino también que no se están destinando fondos estatales para combatir la epidemia. Por ejemplo, las partidas destinadas a la sanidad solo han incrementado un máximo del 3% durante el último año, lo que en la práctica supone un recorte si se tiene en cuenta que la inflación del último ejercicio ha experimentado un crecimiento del 211,4%.
Los hospitales y clínicas privadas se están colapsando en este contexto. Muchos pacientes llegan a los centros con cuadros de dolor de cabeza y cuerpo, fiebre, náuseas o intensa picazón. Habitualmente la enfermedad se supera en dos semanas, pero en muchos pacientes se puede agravar con riesgo de muerte en caso de hemorragias, pérdida de plasma o problemas cardíacos.
Además del gran aumento que han experimentado los repelentes, otro problema es el desabastecimiento. Estos productos ya no se están encontrando en supermercados, grandes almacenes o farmacias.
El producto está siendo inaccesible para la población sin una implicación real del Gobierno. Los repelentes y otros productos relacionados contra los mosquitos están producidos en un 90% por la empresa norteamericana SC Johnson.
La mayoría de productos requieren un componente fundamental, dietil-meta-toluamida, que se debe adquirir en el exterior. Los fabricantes argumentan que se tarda en producir el producto, puesto que el brote ha ocurrido fuera de la temporada estival.
El presidente, Javier Milei, ha alegado un cuello de botella en la distribución y su salida ha sido levantar todas las restricciones a la importación de repelentes durante 30 días.
Medidas caseras y una vacuna que ha incrementado su precio en un 90%
La población no tiene acceso a los repelentes y muchos ciudadanos se están viendo obligados a recurrir a salidas caseras. Entre ellas, elaboraciones con esencia de vainilla con las que intentan combatir a los mosquitos.
En este contexto, también están surgiendo iniciativas, como la Universidad Nacional del Chaco Austral, que ha iniciado la producción de repelentes en la provincia del Chaco, situada a 1.150 kilómetros de la capital, Buenos Aires.
El Ministerio de Salud de Argentina todavía no ha incluido la vacuna contra el dengue en el plan nacional de vacunación. Esta inmunidad sí se ofrece, por ejemplo, en Brasil, que privilegia a niños y adolescentes.
Se trata de la vacuna tetravalente Qdenga o TAK-003, del laboratorio japonés Takeda, aprobada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). La vacuna solo se puede encontrar disponible en farmacias, que han incrementado su precio en un 90%.