La brutal explosión que tuvo lugar el pasado 20 de enero en la madrileña calle de Toledo fue un accidente. Así lo ha determinado el juzgado de Instrucción número 35 de Madrid que ha acordado el sobreseimiento de las diligencias incoadas por los daños ocasionados, tras recibir el informe de la investigación de la Policía Judicial sobre lo ocurrido.
La jueza concluye que la "etiología" de la explosión fue "accidental", sin que "haya podido esclarecerse otra causalidad distinta, habiendo sido provocada la explosión por un escape de gas natural, que se desarrolló de forma lenta, continuada y prolongada en el tiempo".
"Esta circunstancia motivó que las referencias de olor a gas fueron discontinuas, no llegando a generar alarma entre los residentes en el edificio hasta momentos antes de la explosión", indica el auto judicial. "El escape se situó entre la primera caldera del edificio y la acometida de suministro, no habiendo influido en la causa de la explosión las posibles irregularidades administrativas o no de la instalación", añade la magistrada.
A causa de la explosión fallecieron cuatro personas: el sacerdote Rubén Pérez Ayala, de 36 años; su amigo David Santos, un feligrés que fue al edificio a intentar ayudar después de que la calefacción dejara de funcionar y detectaran olor a gas; Javier, un albañil toledano de 45 años que trabajaba en el edificio de enfrente, y Stefko Ivanov, de nacionalidad búlgara y 46 años que en el momento de la explosión pasaba por la calle.
Descartada la manipulación
La jueza descarta que la posible manipulación que hubieran realizado el sacerdote y el feligrés contribuyesen en la causa de la explosión, dado que se ha constatado la "existencia de roturas de agua que socavaron el subsuelo del edificio en alguna medida, lo que influyó directa o indirectamente sobre la conducción y la acometida de gas natural".
De la misma manera, informe de la Brigada Provincial de la Policía Nacional apunta a "la etiología accidental" del suceso "debido a la desconexión del tubo de suministro de gas natural de la llave de acometida" por un movimiento de terreno en el lugar que habría afectado a la misma. Producido este "escape de gas natural", concluye el auto, "bastó para producir la deflagración de una mezcla de aire-gas generar una chispa eléctrica como las que se producen en el acto de accionar un interruptor de luz al ponerse en funcionamiento un electrodoméstico o ante la presencia de una llama abierta".
El Ayuntamiento de Madrid ha dado por terminada la actuación de emergencia asegurando el edificio siniestrado, el número 98 de la calle Toledo, donde se han retirado las grúas y se ha reabierto la calle. Ahora la decisión sobre el destino de este edificio corresponde a la propiedad, el Arzobispado, que aún sigue valorando si lo rehabilita o si se tira abajo por completo.