Aran Aznar, la mediática sobrina del expresidente José María Aznar, ya comentó en agosto la situación económica y personal tan delicada que estaba atravesando. La exconcursante de 'Supervivientes' desveló que llevaba sin trabajar desde hace un tiempo y que vivía a base de las ayudas sociales que recibía como víctima de violencia de género, ingresos que terminaron hace ya tres meses.
Esos ingresos mínimos eran insuficientes para hacer frente al pago del alquiler de la vivienda que compartía con su hija, problema que ha protagonizado sus peores pesadillas en las últimas semanas. "El alquiler me cuesta 400 euros pero yo con la pequeña ayuda que percibo no tengo casi ni para pagar la luz y la comida", contaba en el programa.
También demostró que su situación económica estaba bajo mínimos al relatar que estaba amenazada de desahucio desde años anteriores: "Tengo una orden de desahucio que me la pusieron durante la Covid-19, porque como pasó todo lo que pasó...", explicaba la sobrina de Aznar en verano, demostrando que su situación económica estaba bajo mínimos.
Pese a ello, Aran consiguió esquivar el desalojo con la ayuda de sus abogados... Hasta ahora. Según ha comentado en la revista Semana, la sobrina del político ha sido finalmente desahuciada de la forma más violenta posible: "No había una orden de desahucio. Lo que hizo el casero fue contratar a los de Desokupa y a base de métodos ilegales, abriéndonos la puerta y haciendo guardia, pues nos echaron de la casa. Han usado sus métodos de intimidación y coacción...", asegura.
Aran intentó frenar su desahucio pidiendo ayuda a sus abogados y acudiendo a los servicios sociales y a la plataforma 'Stop Desahucios' para asesorarse, pero la única solución que le ofrecieron fue permanecer en el domicilio de forma permanente y amenazar con llamar a la Guarda Civil o a la Policía cuando se dieran intentos de coacción. "Así un día tras otro, pero es agotador", dice.
Esta presión incesante por parte de sus propietarios ha llevado a Aran y a su hija a quedarse en la calle. Ante esto, madre e hija se han visto obligadas a buscar una nuevo techo bajo el que vivir: "Yo estoy en casa de mi madre y mi hija, que estaba conmigo, en un garaje que le ha dejado una amiga", ha contado a la revista.
Su madre también se encuentra en un momento personal bastante complicado ya que aún está pasando el duelo por el fallecimiento de su marido y económicamente tampoco está en un punto favorable. Aran es consciente de esto y se muestra muy agradecida por haberla acogido: "Gracias a que tengo a mi madre, pero ella ya está jubilada. Mi padre falleció el año pasado de un cáncer y ella está sola. Gracias a que me ha dejado quedarme en su casa, en una habitación, pero ella tampoco tiene muchos medios ni económicos, ni ella tampoco está bien".
No pierde la esperanza
A pesar de que la vida no le está sonriendo últimamente, la colaboradora insiste en que venirse abajo no es una opción. La ansiedad y la depresión que padecen suponen también un gran impedimento, pero ella confía en que podrá seguir adelante sacando la posibilidad de debajo de las piedras si hace falta.
"No me puedo permitir el lujo de hundirme. Estoy con antidepresivos y ansiolíticos. He estado cuidando sin contrato a gente hospitalizada, pasando allí la noche para pagar mis facturas, pero es puntual", dice.
Aran ha aprovechado también su entrevista en Semana para hacer un llamado de auxilio al mundo laboral. Se muestra muy dispuesta a aceptar cualquier tipo de empleo para seguir adelante. Lo único a lo que se opondrá será a aceptar caridad de los miembros de su familia, ni siquiera de su famoso tío: "No tienen la obligación de hacerse cargo de mí".
