Arabia Saudí está entrando poco a poco en el siglo XXI. Es lo que vislumbran las medidas -o los anuncios sobre estas- que se pondrán en marcha a partir del año 2018 en el país cuna del wahabismo, la interpretación más radical del islam utilizada por los terroristas de Al Qaeda y el Estado Islámico para sembrar el terror y el horror en la zona y en varios países occidentales.
Desde marzo del próximo año, se espera que reabran las primeras salas de cine tras casi cuatro décadas de prohibición debido a la oposición de la rama más puritana y radical de la religión. El príncipe heredero Mohammed bin Salman, un treinteañero partidario de la apertura del país a los hábitos más normales y cotidianos que realiza un ser humano, ha sido clave en esta y otras reformas que se producirán en la patria reina del petróleo.
Esta medida sorprende en un país conservador y dominado por la corriente más radical del islam, donde las mujeres se han visto sometidas durante las últimas décadas: son tuteladas por un hombre (padre, marido...) durante toda su vida; carecen de derechos políticos; deben cubrir su rostro e incluso se les prohíbe conducir, aunque a partir del próximo junio las féminas podrán ponerse al volante gracias a un cambio en la legislación.
Fin a la prohibición
Tras 35 años de prohibición irracional basada en una moralidad arcaica, el Ministerio de Cultura de Arabia Saudí ha anunciado que en 2018 se reabrirán las salas de cine con el objetivo de dinamizar la economía; enriquecer la cultura; crear puestos de trabajos temporales y fijos; incrementar el gasto en entretenimiento y ocio de un 2,9% hasta el 6% en 2030 y aumentar el Producto Interior Bruto (PIB) del país gracias a los ingresos obtenidos.
Asimismo, las autoridades creen que el PIB aumentará en unos 90.000 millones de riales saudíes (20.350 millones de euros) y creará 30.000 empleos permanentes así como más de 130.000 temporales de aquí a 2030.
Hasta que se apruebe definitivamente la medida, para poder ver cualquier producción cinematográfica los 'súbditos' del reino islamista tenían (y tienen aún) que ir a los países vecinos como Emiratos Árabes Unidos o Bahréin, reproducir las cintas a través de Internet o verlas a través de canales de televisión satélite extranjeros.
El Gobierno espera abrir 300 cines y 2.000 pantallas. El regreso de la meca del cine se enfrentará previsiblemente a la censura de los clérigos. El gran mufti Abdelaziz al Sheij, máxima autoridad religiosa del país, advirtió el pasado mes de enero sobre las producciones "inmorales, ateas y corrompidas" e instó a los dirigentes políticos a que no abrieran la "puerta al diablo" con la permisividad de proyectar películas.
Apertura y modernización de la sociedad
'Visión 2030' es el programa de reformas económicas y sociales que ha puesto en marcha el heredero treinteañero Bin Salman para modernizar y abrir Arabia Saudí al mundo occidental y al siglo XXI. "El 70% de los saudíes tiene menos de 30 años. Sinceramente no vamos a perder otros 30 años de nuestras vidas tratanto con ideas extremistas. Las destruiremos ahora y para siempre", declaró el pasado mes de octubre.
Dentro de este plan transformador y 'revolucionario' se incluye una privatización parcial del gigante petrolero estatal, así como el levantamiento de la prohibición de conducir a las mujeres o una purga contra políticos y príncipes corruptos que ya se ha llevado por delante a 300 saudíes.
En los últimos años, el fantasma de la reapertura de las salas de cine ha revoloteado por el país. En 2015 se extendió el rumor en los medios de comunicación sobre este regreso gracias a la financiación de un grupo de inversores. Sin embargo, rápidamente las autoridades negaron cualquier medida que lo permitiera.
Esta prohibición evitó que los saudíes vieran -al menos en su propio territorio- la primera producción cinematográfica ('Wadjda' o 'La bicicleta verde' en España) que narra la historia de su país. Wadjda, una niña de 10 años que da nombre al largometraje, se enfrenta a la sociedad conservadora para conseguir una bicicleta con la que retar y ganar una carrera a su amigo Abdalá. Pero los 'súbditos' del reino más tradicionalista tuvieron que viajar hasta Bahréin para poder visionarla.