Roy Levin, investigador y experto en medicina sexual de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), ha relatado en un estudio publicado en la revista Clinical Anatomy, un caso que ha llamado la atención de todos los medios.
Se trata de un anciano de 73 años, cuya identidad no ha trascendido a los medios, que vio cómo sus orgasmos se disparaban en los lugares más inoportunos e insospechados sin ser capaz de controlarlos. De hecho, estas sensaciones tenían una intensidad inimaginable, si quiera, en su época de mayor juventud.
Este anciano de origen inglés mantenía una vida sexual normal hasta que le diagnosticaron una infección en la próstata. Fue en ese momento en el que, como parte del tratamiento, el médico le recomendó emplear un estimulador anal para conseguir una adecuada rehabilitación y disminuir la inflamación.
El problema llegó tiempo después. El estimulador anal, utilizado en relaciones sexuales y para fortalecer el suelo pélvico empezó a provocarle orgasmos muy intensos que le llevaron a contar con un preservativo permanente. La situación fue tan límite que finalmente acabó desarrollando una adicción a los orgasmos.
El desarrollo de la zona también provocó que fuera capaz de experimentar estos orgasmos sin emplear el masajeador ni la estimulación. Simplemente, con tumbarse hacia arriba en la cama, era capaz de experimentar un placer más intenso que el de cualquier relación sexual conocida.
El verdadero problema llegó después
Como dice el dicho popular, "lo poco agrada y lo mucho enfada". Y este hombre lo experimentó claramente: en un momento dado, "le llegó a resultar difícil dejar de experimentar orgasmos y devolver su cerebro a la normalidad", tal y como recoge Gizmodo.
El problema había llegado porque "el sujeto descubrió que, aunque los orgasmos eran muy disfrutables, pasaba demasiado tiempo experimentándolos", asegura la mencionada publicación.
Finalmente, y ante la gravedad de la situación, el hombre terminó acudiendo al médico para dejar de masturbarse constantemente. Allí le proporcionaron un tratamiento con el que finalmente pudo volver a llevar una vida normal.
La zona prostática es uno de los puntos clave para garantizar y forzar la intensidad del orgasmos, tal y como revelan los especialistas. Por todo ello, señalan, es importante desarrollar la zona para disfrutar de una vida sexual mucho más placentera.