Si el confinamiento tuviera nombre de mujer ese sería el de Ana Milán. Y no por la parte negativa que supone estar encerrados en casa en mitad de una pandemia, sino porque gracias a ella todos lo hemos sobrellevado con una sonrisa y hemos tenido la sensación de que tenemos una amiga "de toda la vida".
Porque Ana Milán ha abierto una ventana de luz a través de su perfil de Instagram donde, a través de directos sin ninguna pretensión más que la de conversar, ha sido capaz de crear citas ineludibles. Y con las palabras de la actriz, a través de sus anécdotas y reflexiones, todos nos hemos sentido más reconfortados. Porque con la risa se liberan endorfinas y una hormona llamada dopamina y todo ello está relacionado con el bienestar psicológico. Justo lo que más necesitamos en estos momentos.
Con un moño. Con sus características maxi gafas como si fuese una azafata del 'Un, dos, tres'. Cómoda en su casa e incluso tomándose un gin tonic como si fuese una quedada de amigas. Ana Milán nos ha dejado colarnos en su intimidad abriéndose en canal. No solo con sus disparatadas anécdotas, sino también leyendo poemas o lanzando mensajes sobre superación personal, amor propio o, por qué no, sobre lo liberador que es mandar a alguien a la mierda.
Eres magia, eres poesía, y una vía de escape para todo este caos. @_ANAMILAN_pic.twitter.com/ZyuE21DN91
— Fire (@VeroDavia) April 5, 2020
Sin vernos, Milán nos ha hablado de tú a tú, respondiendo a algunas cuestiones que le iban planteado a través de los directos. Y lo ha hecho con total franqueza, con total naturalidad. Esa naturalidad que traspasa porque acaba resultando un espejo en el que todos podemos mirarnos. Qué importante es contar con personas así.
Su cercanía ha traspasado la pantalla de nuestros móviles. En tiempos en los que la cercanía es más que imposible, hemos tenido la sensación de poder brindar con ella en mitad de una tarde amena. Su innato sentido del humor, riéndose de sí misma (qué importante es saber reírse de uno mismo), de alguna manera nos ha salvado de este día de la marmota.
Anecdotario y reflexiones de Ana Milán
Milés de personas se suman a los directos de Ana Milán para pasar un buen ratito en su compañía. Y toda ella se ha convertido en un fenómeno viral. Las redes sociales se llenan con fragmentos de sus vídeos porque nadie quiere dejar pasar la ocasión de comentar la última anecdóta narrada por la alicantina.
Sin demasiado pudor, Ana Milán nos ha confesado sus más hilarantes vivencias. Desde la infancia, cuando se inventó que había muerto su profesora Sor Presentación cuando un día llegó tarde a casa. Sus cagadas, como esa en la que el autocorrector de su BlackBerry le jugó una mala pasada y acabó llamando "vaca" a una joven a la que iban a operar de obesidad mórbida. Incluso las más personales, compartiendo su confusión cuando se equivocó de Isidoro y llamó al portero de su edificio contándole todo su cuadro ginecológico pensando que era su doctor. Pura fantasía.
no se le acaban las historias ???????????????? pic.twitter.com/r9UA0S06Dn
— Am????????????????? (@applesh0t) April 11, 2020
Pero no solo de anécdotas se han llenado los directos de Milán. También ha tenido tiempo para leernos poesías. Para compartir reflexiones sobre quererse a uno mismo, sobre atreverse a hacer lo que uno siente o importantes alegatos por la diversidad. Y todo lo hace de una manera apasionada. "Es que yo me sulfuro", reconoce.
No identificarse con Ana Milán es imposible. Porque todos deseamos que las acelgas sepan a Big Mac. Porque tampoco hemos nacido con el gen del gusto por hacer deporte. Porque también nos costó pronuncial Bad Gyal. Y porque aunque no se llevara el Goya por interpretar a Tomás (de rodillas y con una bolsa en la cabeza) en 'El Orfanato', nos ha ganado a todos. Gracias.