Ana Julia, la asesina confesa del niño Gabriel, cuenta con el correo ordinario como principal vía de contacto con el exterior. Esta vía, que en la calle ya parece obsoleta, le permite comunicarse con el juez de su caso, el fiscal, los investigadores, sus familiares, amigos, desconocidos, famosos, periodistas o nuevas amistades que ha entablado en la prisión.
Los movimientos de Ana Julia son objeto de noticia por la relevancia del caso. Uno de sus últimos envíos fue dirigido al padre de Gabriel, Ángel Cruz, a quien pidió que "deje a mi familia tranquila". Asegura que está intentando entablar conversaciones con sus allegados, por lo que ella ha escrito: "Que no se ponga de ninguna manera en contacto con ellos".
Pero no solo envía cartas: también las recibe. En el sumario de su caso, aparece la lista de remitentes que ha enviado el director de la cárcel de El Acebuche al juez. La primera persona que aparece está fechada el pasado 11 de junio. Estaba escrita por un preso del mismo centro, Arolino Mendes. Unos días antes, el 6, había recibido otra con matasellos de Madrid, pero sin remitente, tal y como indica el diario ABC.
Una de las correspondencias que más ha llamado la atención, es la mantenida con Mohamed El Amrani, condenado como miembro de una red de captación de yihadistas y encarcelado en la prisión de Estremera (Madrid). Al menos habría recibido una carta, que Ana Julia habría pedido destruir. El contenido de la misiva no ha sido publicado.
Junto a ellos, también aparecen dos personas. La primera es Antonio Romero Contreras, interno del centro penitenciario Jaén II, que habría enviado dos cartas. Se encuentra en la cárcel como presunto estafador en un caso en el que, incluso, se ha creado una asociación de afectados.
El tercer nombre es Lucía del Carmen Morales R., cuyo remite es la parroquia de los Descalzos de Jerez de la Frontera. Se trata de una feligresa colombiana y habría mandado, al menos, una carta. En estos dos últimos casos, sin embargo, Ana Julia habría rechazado leer sus contenidos.
Ana Julia estuvo protegida hasta hace quince días
Desde que ingresó en la cárcel hasta hace quince días, las autoridades aprobaron la aplicación del artículo 75 del régimen penitenciario, aprobado en todos los casos en los que existe peligro para la integridad del recluso.
Ana Julia estaba en una zona más tranquila que el resto del módulo y siempre acompañada de una reclusa de confianza para evitar que pudiera atacar contra su integridad física.
Con el paso del tiempo, Ana Julia se ha integrado a la perfección en la vida diaria de la cárcel y se ha comprobado que no corre ningún peligro, por lo que finalmente se ha incorporado al régimen normalizado.
Según aseguran desde el centro en el que se encuentra interna, participa en todo tipo de actividades, pidió que se le asignase un destino y cometido dentro de la cárcel y hace la misma vida que el resto de reclusas: va al gimnasio, a la biblioteca o a la peluquería.