La historia de Amelia Dyer ha pasado a la historia de los crímenes como uno de las más perturbadoras: regentaba un hogar de acogida que ofrecía como un lugar de cariño para los más pequeños, pero que terminaba por convertirse en un escenario de horror donde asesinó a entre 300 y 400 pequeños.
Todo ocurrió en la Inglaterra Victoriana del siglo XIX. Los pequeños eran hijos de madres solteras y con pocos recursos, que encontraban dificultades para pagar un recurso para cuidar a sus bebés.
En la mayoría de los casos, la institución se encargaba de buscar una nueva familia para los bebés, mientras que en otros, se esperaba a que las madres encontraran una situación de mayor estabilidad económica para cuidarlos.
Amelia Dyer nació en una familia numerosa y tuvo una buena educación. Con frecuencia, pasaba tiempo leyendo literatura y poesía. Nadie podía presagiar todo lo que iba a ocurrir tiempo después en su vida.
Cuando era pequeña, la madre de Dyer desarrolló tifus, algo que le marcó enormemente. Posteriormente, perdió por completo el contacto con la mayor parte de sus familiares.
Después de ello, se casó con George Thomas, un hombre que tenía 37 años más que ella, con quien tuvo un hijo antes de que él muriera. Cuando se quedó sola y con un hijo recién nacido, la mujer necesitaba ingresos. En ese momento, durante su matrimonio, se formó como enfermera con una partera, que le enseñó sobre la cría de bebés.
La mujer empezó a colocar anuncios en los periódicos asegurando que era una mujer casada que podía ofrecer un hogar seguro y amoroso a los niños. Como contraprestación, pedía un pago único sustancial.
Fue en ese momento cuando llamó a un médico forense para confirmar las muertes y fingir dolor por los fallecimientos. En 1879, un médico mostró sospechas ante la cantidad de muertes por las que lo habían llamado, un motivo por el que la denunció ante las autoridades.
No fue condenada por asesinato u homicidio involuntario, solo sentenciada a seis meses en un campo de trabajo por negligencia. Después de su liberación, continuó colocando más anuncios para cuidar bebés.
Amelia Dyer se dio cuenta de que era un error que los médicos confirmaran la muerte de los bebés, por lo que comenzó a deshacerse de los cuerpos. Para ello, enredaba los cuerpos en telas y los enterraba, otros los arrojaba al río o escondía en distintas partes de la ciudad. Además, asesinó a menores de diferentes maneras para no establecer un patrón destacable en ella.
A lo largo de 30 años, asesinó entre 300 y 400 bebés, para quedarse con el dinero que pagaban por cuidarlos. Durante ese tiempo, se mudó a diversas ciudades para no ser descubierta y que los padres que buscaban reencontrarse con sus hijos no la reencontraran.
Descubierta
En marzo de 1896, encontraron una bolsa de alfombra en el río. En su interior, albergaba el cuerpo de una niña envuelto en papel de envolver, junto al nombre de la Sra. Thomas y su dirección. Hasta el momento no la habían podido relacionar con el crimen, pero le habían puesto una trampa.
En ese momento, pusieron un anuncio sobre un bebé que necesitaba un nuevo hogar, a lo que Amelia Dyer respondió y acordó una cita con la mujer. La policía le había tendido una trampa, a la que cayó.
Cuando registraron su casa, las autoridades descubrieron el olor a descomposición, telegramas sobre acuerdos de adopción, anuncios y cartas de madres preguntando por sus hijos.
La policía procedió entonces a su detención. Sin embargo, durante el juicio, solo admitió haber cometido un asesinato y lo justificó como defensa. A pesar de todo, el jurado determinó que era una manera de evadir el enjuiciamiento. Por ello, el 10 de junio de 1896, fue ejecutada.
