La situación entre Ucrania y Rusia está cada vez más tensa y roza las líneas de comenzar un conflicto bélico de gran calado. La tensión por la región de Crimea es algo que lleva salpicando a Eurovisión también desde hace años, llevándonos el asunto a otras polémicas como la victoria de Jamala en 2016, la celebración del festival en Kiev al año siguiente o la prohibición de ir a Eurovisión a MARUV, ganadora del Vidbir en 2019 precisamente por sus relaciones con Rusia.
Ahora, de cara a Turín, la Suspilne afrontaba su primer Vidbir sin apoyo de productoras externas, ofreciendo un nivel musical notable, probablemente en un top-3 de la temporada. Sin embargo, en estas fechas, la música ha sido secundaria, provocado por la tensión prebélica y el 'ruido de sables' en el que se vive en Ucrania recientemente.
Tras las clásicas acusaciones de tongo, los resultados un tanto extraños y hasta errores de los presentadores a la hora de ofrecer los votos, la polémica estallaba completamente tras la victoria de Alina Pash con el tema 'Shadows of Forgotten Ascestors', el que recibía una muy buena acogida por el fandom, así como resaltaba su claro mensaje nacionalista.
Vistas las piezas del puzzle, nadie podría pensar que hubiera polémica con una Alina que se colocaba prácticamente liderando apuestas tras el Vidbir. Sin embargo, Crimea volvía a aparecer en liza al descubrirse que la artista habría estado en una boda en la región en el año 2015. Si bien estar en Crimea no es un delito, sí lo es viajar desde territorio ruso, ya que el gobierno ucraniano solo permite realizarlo desde los checkpoints autorizados de la frontera ucraniana.
Un pasaje de bus que generó dudas
Ante esto, y todo precipitado por vídeos de un youtuber ultraderechista de gran éxito en Ucrania, Alina Pash entregaba una documentación que atestiguaba que habría viajado en bus desde uno de los puntos de control del gobierno ucraniano. Viajar por vía terrestre sí estaba permitido, y no por avión, aunque una entrevista suya hace unos años reconocía lo contrario, que viajó desde Rusia hacia Crimea.
La legislación ucraniana prohíbe que cualquier ciudadano represente al país habiendo estado en Crimea de manera ilegal, y ante esto, el Consejo de Supervisión de la Suspilne, la televisión pública, puso en manos de las autoridades la documentación, la que afirmaron en horas que parecía falsa, ya que ningún miembro del checkpoint reconocía haber firmado el documento entregado.
Después de todo este tumulto, se esperaba que la Suspilne diese solución al día siguiente del asunto, aunque han reconocido que será el viernes cuando den 'fumata blanca' al asunto. De momento, su director, Mykola Chenotytskyi reconocía que "los estafadores no pueden representar a Ucrania en Eurovisión". La decisión está tomada.
Una renuncia antes de la expulsión
Es raro que en una situación como la actual, la televisión pública ucraniana no revise toda la documentación de todos los posibles representantes a Eurovisión. La sospecha de que la Suspilne haya usado el Vidbir para refrendar y demostrar la dureza del gobierno ucraniano frente a los 'traidores a la patria' está en el ambiente, y mientras, la gran perjudicada es una Alina Pash que finalmente renunciaba a Eurovisión reconociendo que "es una cantante, no un político".
En un post en sus redes sociales, la intérprete afirmaba que sigue todas las leyes de Ucrania, y que de hecho "buscaba llevar a Europa y todo el mundo los valores del país". Cerrando filas en favor del país y del momento histórico que se les avecina, Pash reconocía que "la historia continúa contigo, y depende de nosotros decidir cuál será", un mensaje claramente nacionalista en un momento crítico para su Estado respecto al conflicto con Rusia por Crimea.
¿Qué pasará ahora?
Sinceramente, y por desgracia, esto no es nada nuevo para Ucrania en Eurovisión. Desde 2018 no tienen un representante sin ningún tipo de traba en el camino, y con el ejemplo de 2019, veremos si acaban participando en Turín.
Suponiendo que la inversión bélica si se acaba concretando será grande y que ya en 2019 el resto de artistas del Vidbir renunciaron a ir a Eurovisión tras vetar a MARUV, lo más coherente sería pensar en una retirada de la Suspilne del festival, algo que también daría algo de aire a una UER que se ha vuelto a encontrar un conflicto de primer nivel enfrente.
Es evidente que Eurovisión no solo es música, sino que tiene un componente político importante. Sin embargo, en situaciones como estas, es complicado pensar en música, y mirar hacia otro lado. ¿Hasta dónde tolerará la UER procesos como estos? De momento, no se espera reprimenda a la vista.
