Todo comenzó girando en torno a Ramón de Baños Martínez, cuya vida transcurrió entre Belem do Gran Pará y la vida que se repartía alrededor del Amazonas. En 1911 había decidido desplazarse hasta allí para rodar documentales.
Un comienzo envuelto en lo natural, en el que había captado diferentes escenas, animales y belleza que envolvían el río. Sin embargo, volvió a Barcelona junto a su hermano Ricardo, y sus grabaciones comenzaron a ser distintas: se basaban en prostitutas del Raval mantiendo relaciones con chulos que habían elegido los hermanos en los castings.
A principios del siglo XX, los hermanos Baños comenzaron su carnosa andanza rodando escenas más que subidas de tono: sexo en confesionarios; decorados que simulaban ser despachos de ministros, que recibían a esposas que harían cualquier cosa por un empleo para sus maridos; e incluso consultas de un ginecólogo que se propasaba con las pacientes. Cine porno y machista que representaba la visión de la época.
Pero su aventura no quedó aquí: lo sorprendente es que quien había elaborado los guiones de las escenas porno que ellos llevaban a cabo, había sido, ni más ni menos, Alfonso León Fernando María Jaime Isidro Pascual Antonio de Borbón y Habsburgo-Lorena: el rey, Alfonso XIII.
Su vida y el cine X
Que Alfonso XIII tenía predilección por el cine porno no era ningún secreto, e incluso llegó a tener una doble vida: primero, la real, con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, que fue madre de seis hijos; y, por otra parte, la no oficial con Carmen Ruiz Moragas, actriz con la que tuvo dos hijos.
A mediados de la segunda década del siglo XX, Alfonso decidió innovar y rodar las primeras películas del cine porno español. Los elegidos para grabarlas fueron, ni más ni menos, los hermanos Baños, que rodaron las películas bajo la firma de la compañía que crearon: "Royal Films".
A día de hoy, se conservan tres de aquellas películas, aunque se cree que fueron muchas más. 'El confesor', 'Consultorio de señoras' y 'El ministro' son las que pervivieron, que muestran a mujeres alejadas de los cánones de belleza que se daban por aquel entonces.
Las cintas se rodaron en Barcelona, y Alfonso XIII no solo creaba aquellas películas, sino que mandó habilitar una sala del Palacio Real para que las proyectaran. Durante su exilio, además, tuvo lugar una anécdota que muestra también el comportamiento y la ética de entonces. Fue Anita Loos, en su libro, quien decidió contarla:
El borbón visitó Hollywood cuando se empeñó en conocer a Roscoe (Fatty) Arbuckle, un actor cómico muy popular de películas mudas. Sin embargo, ante su insistencia, tuvieron que explicarle que "Fatty" se había apartado de la industria después de que se le juzgara por la muerte de una actriz a la que supuestamente había violado salvajemente, con una botella de champán o con hielo afilado. Finalmente, fue absuelto en 1922, pero cuando Alfonso XIII escuchó por qué no podría conocerle, espetó: "Vaya, qué injusticia. ¡Si eso le podía haber pasado a cualquiera!"
Ahora las cintas, que se restauraron en 1991, se conservan en la filmoteca de un convento valenciano.