La crisis abierta en Siria tras la caída del dictador Bashar al-Asad amenaza con alcanzar un nuevo nivel de tensión ante los movimientos en el norte. El ejército de Turquía y las milicias sirias aliadas, claves en el derrocamiento del tirano, están acumulando fuerzas a lo largo de la frontera con el país, según The Wall Street Journal.
Estos movimientos han generado el temor a una posible incursión militar de Turquía contra Kobane, donde se ha establecido un Gobierno autoproclamado de los kurdosirios conocido como Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (Daanes).
La Administración kurda ha denunciado el despliegue militar en los alrededores del enclave, según una carta dirigida al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, en un intento de que Washington pueda presionar al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para que no desarrolle esta incursión militar.
Los propios funcionarios del país norteamericano han confirmado la concentración de fuerzas militares y artillería en las inmediaciones de Kobane, como también ha confirmado el citado medio.
El asalto se podría producir tras el fin de un alto el fuego temporal, mediado por Washington y que se ha extendido hasta finales de la semana, entre milicias apoyadas por Ankara, conocidas como el Ejército Nacional Sirio (ENS) y las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), un grupo de batallones, la mayoría kurdos, que está siendo apoyado desde Estados Unidos en su lucha contra el Daesh.
"Objetivo estratégico"
Durante la ofensiva de los grupos insurgentes contra Asad, las milicias proturcas lograron avances frente a los grupos kurdos en el norte de Alepo y en el noreste del país, provocando miles de desplazados internos. Ankara considera que las milicias, en especial las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) son una amenaza para su seguridad por sus vínculos con la guerrilla kurda presente en Turquía, el PKK.
El ministro de Exteriores de Turquía, Hakan Fina, no ha dado lugar a dudas sobre el objetivo de los movimientos, puesto que considera que eliminar a las YPG forma parte del "objetivo estratégico" de Turquía, así como espera que se disuelvan o "serán disueltas".
A pesar de todo, Washington continúa brindando su apoyo ante el temor de un resurgimiento del grupo Daesh y una posible intención de promocionar un nuevo autodenominado 'Califato' en el territorio del país, atendiendo a la fuerte inestabilidad tras la caída del régimen.
Las fuerzas kurdas custodian además en Siria a más de 10.000 prisioneros del grupo yihadista en cárceles en el norte del país. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, viajó por este motivo a Ankara la semana pasada para mostrar su preocupación a Turquía y el apoyo de Washington a las milicias kurdas.
Por el momento, el líder de Hayat Tahrir Al Sham, Abu Mohammed Jolani, que dirigió la ofensiva contra el régimen de los Asad, ha llamado a los kurdos "parte de la patria" y se ha comprometido a que no habrá "injusticia contra ellos".
La nueva Administración tiene como reto pacificar el país e integrar las múltiples minorías que encontraron abrigo durante el régimen de los Asad. De hecho, el dictador Bashar al-Asad es miembro de uno de estos grupos, los alauí (chiítas), que ahora temen represalias tras la caída de todo el aparato de la dictadura.