Al día siguiente de que Albert Rivera diera portazo a Rajoy, aunque dejando entrever que quizás las cosas podían cambiar, España despertó con un apoyo más a la causa del popular: Ciudadanos había decidido abstenerse en una segunda votación, favoreciendo así que Mariano Rajoy pudiera formar gobierno y obligando al PSOE a 'mojarse'.
Pero no es el primer cambio de guion de los de Albert Rivera, quien en unos pocos meses ha pasado de decir una cosa y su contraria, mientras pedía claridad al resto de partidos y mostraba la misma rotundidad dijera lo que dijese.
1 "No vamos a apoyar a Rajoy ni a Sánchez. Si no podemos formar gobierno, estaremos en la oposición"
Una de las cosas más curiosas de estas últimas campañas electorales ha sido observar cómo Albert Rivera, con su vehemencia, conseguía dejar mal a su propio partido. En este caso, defendía que "el cambio no vendrá apuntalando mayorías que no quieren un cambio", y que no iban "a apoyar ni a participar en un gobierno de PP o PSOE". Esto se decía allá por noviembre del año pasado, a más de un mes de que los españoles pasáramos por las urnas. Y, aunque en sus palabras no descartaba la abstención, sí que rechazaba -y no una, sino en multitud de ocasiones- un voto a favor de los candidatos de PP y PSOE. Meses después, y en un acto de gran solemnidad, Sánchez y Rivera se daban un apretón de manos que significaba el comienzo de una bonita -y breve- amistad, que acabaría con el voto a favor de los de Rivera a la investidura de Pedro Sánchez.
2 Un "artefacto" como un tripartito PP-PSOE-Ciudadanos no sería "estable"
Pero es que antes de aquel apretón de manos Sánchez-Rivera, el catalán ya había propuesto cuál sería su "plan A" tras el 20-D: Convencer a PP y PSOE para que, junto con los suyos, formaran un gobierno "a la alemana" -es curioso que nunca citara el ejemplo griego de Nueva Democracia y PASOK-, estable y "constitucionalista".
En un desayuno-coloquio, ya en el mes de diciembre, el líder de Ciudadanos renegó de lo que en España se ha conocido como Gran Coalición, integrando al PP y PSOE en el gobierno, con un hipotético apoyo de la fomación naranja, evocando los tripartitos que gobernaron Cataluña entre 2003 y 2010 (formados por el PSC, ERC e ICV-EUiA, la filial de IU en Cataluña) y que Rivera consideró un fracaso.
Dos semanas después, tras la resaca electoral, el bueno de Albert pareció olvidar todo lo que había ocurrido tras el 20-D, como si de un fiestón se hubiera tratado, y trató de seducir a aquellos de quien había renegado apenas 14 días atrás.
3 "Si gana PP o PSOE, nos abstendremos y estaremos en la oposición"
Eran los tiempos en los que Albert Rivera se veía con posibilidades de ganar las elecciones. No en vano, una semana y media atrás, en el mismo desayuno coloquio que comentábamos anteriormente, el líder naranjito había defendido, ufano, que el 20-D se resumiría en "o nosotros o en el PP", convencido de que, a dos semanas de los comicios, su partido se encontraba en el segundo lugar, acechando a los de Rajoy.
El 18 de diciembre, a tan solo dos días de las elecciones, Rivera estaba más convencido que nunca, y, vía Twitter, se atrevió a instar a PP y PSOE que se abstuvieran si Ciudadanos era el partido más votado, de tal forma que le dejaran sacar adelante un gobierno en minoría. "Si gana uno de ellos", añadió, "nosotros lo haremos y estaremos en la oposición".
Finalmente, Ciudadanos no solo quedó en cuarta posición, con menos de la mitad de votos que el PP, sino que, como ya adelantamos en el primer punto, ni siquiera se abstuvo para faciliar el gobierno del PP, quien había ganado holgadamente las elecciones (con 2,7 millones de votos más que el segundo, el PSOE). La excusa de que un gobierno del PP era inviable quizá no sea la más acertada, puesto que fue, en dos ocasiones, a la sesión de investidura apoyando a un partido -el PSOE- que sabía de antemano que no sería elegido por la mayoría del Congreso.
4 "Dijimos que no estaríamos en un Gobierno que no encabezáramos, pero Ciudadanos asume que tiene que ser un partido de gobierno"
De esta forma, Albert Rivera explicaba para ABC a un mes de las segundas elecciones generales en menos de un año los vaivenes de su formación en torno a si entrarían o no en un gobierno. De hecho, después del 26-J, Albert Rivera volvió a tender la mano a formar parte de un gobierno con "voluntad reformista, de cambio".
"Nosotros dijimos que no estaríamos en un Gobierno que no encabezásemos porque pensábamos que no éramos necesarios, pero como no ha sido posible ponerlo en marcha, Ciudadanos asume que tiene que ser un partido de Gobierno". Estas fueron las palabras exactas de Albert Rivera, de lo cual se extrae una excusa más que una explicación del porqué de sus indecisiones. Más aún cuando en la campaña que antecedió al 20-D, en la que defendía en reiteradas ocasiones que no entraría en un gobierno que no encabezase él mismo, él creía que estaban, como mínimo, respirando en la nuca al PP. Si consideras que vas a quedar en segunda posición, ¿cómo vas a creer que no eres necesario para formar gobierno en un parlamento ultra fragmentado?
5 La nueva política no es "apoyar a quien pactó con Bárcenas"
No, no es una opinión mía, sino de Rivera, quien, en un foro de El Mundo, culpó a "los mismos de siempre" (PP y PSOE) de que surgiera y creciera "el populismo" de Podemos. Por ello, defendía que solo podía frenarse a este populismo "con un Gobierno nuevo", no con un gobierno de Rajoy, al que se refirió como "el que pactó con Bárcenas". Sí, la política de pactos se le está yendo tanto de las manos al líder de Ciudadanos que ya hasta con Bárcenas pacta Rajoy.
La opinión de Bárcenas sobre la sesión de investidura no conocemos cuál habría sido. Lo que sí conocemos, por el contrario, es que Rivera ha acabado aceptando que su única opción es abstenerse en la segunda votación, propiciando así (si el PSOE así lo permite) que gobernara Rajoy, pese a que apenas un mes atrás, y en el mismo foro, decía que "votar a Rajoy es bloquear el país" o que lo que necesitaba Podemos para llegar a la Presidencia del Gobierno era "que siga Rajoy" durante "un par de años".
6 "La palabra veto nunca ha salido de mi boca, pero no vamos a apoyar un gobierno de Mariano Rajoy"
Menos de dos semanas después de decir que no apoyaría "a quien pactó con Bárcenas", Rivera defendía que nunca había vetado a Rajoy. Efectivamente, nunca pronunció la palabra "veto". Sin embargo, ya le había vetado de forma implícita, con las palabras que recogimos en el apartado anterior.
Además, tras desdecirse, o mejor, negar que hubiera dicho lo que había dicho, dejó otra declaración para el recuerdo el mismo 27 de junio, el día siguiente de las elecciones: "No vamos a apoyar un gobierno de Rajoy, porque no hace falta. Con la abstención o el apoyo del PSOE puede gobernar. No necesita a Ciudadanos". De esta forma, Rivera daba a su ex-socio Sánchez la solución: la abstención de los socialisatas. Sin embargo, y, aunque el PP, como el propio Albert Rivera dijo, no necesitaba la abstención de Ciudadanos, el partido naranja ha decidido regalársela. Por otro lado, Rivera acepta, con esas declaraciones, que una abstención es un apoyo encubierto, más que una "abstención estratégica" como se ha apresurado en calificarla.
7 Las "tensiones innecesarias" en materia de igualdad
Las indecisiones o los "cambios de chaqueta" de Ciudadanos, por otro lado, no son algo exclusivo de la política de cambios, aunque quizá sí sea el caso más llamativo y el más difícil de explicar. Por el contrario, podemos encontrarlos en ámbitos como el de la violencia machista (pasó de igualar "violencia machista y violencia feminista" a acabar aceptando penas específicas por violencia machista) o en cuestiones LGTBI (pasando de decir que "llamar matromonio a una unión homosexual crea tensiones innecesarias" a acabar colando una carroza de Ciudadanos en el Orgullo LGTBI).
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