El agujero en la capa de ozono sobre la Antártida ha aumentado teniendo ya el tamaño de cincuenta veces España. Según mediciones del satélite Sentinel 5P del sistema europeo Copérnico, es uno de los mayores jamás registrados y se sospecha de que la erupción del volcán de Tonga ha influido en ese crecimiento.
El pasado 16 de septiembre de 2023 el agujero, llamado por los científicos "zona de agotamiento de la capa de ozono", alcanzó un tamaño de 26 millones de kilómetros cuadrados, siendo aproximadamente tres veces el tamaño de Brasil, según detalla la Agencia Espacia Europea (ESA).
Hay que tener en cuenta que el tamaño del agujero de la capa de ozono fluctúa periódicamente, de forma que aumenta a partir de agosto para alcanzar su máximo anual entre la mitad de septiembre y la de octubre. Los cambios de temperaturas en la estratosfera en el hemisferio sur hacen que el nivel de la capa de ozono vuelva a la normalidad hacia finales de diciembre.
Volcán de Tonga
Respecto al papel del la erupción del volcán de Tonga, que tuvo lugar en enero de 2022, algunos investigadores señalan que podría estar relacionado con los patrones inusuales de ozono de este año, aunque su impacto en el agujero del hemisferio sur todavía todavía se esta estudiando.
"La erupción del volcán Hunga Tonga en enero de 2022 inyectó una gran cantidad de vapor de agua en la estratosfera, que solo llegó a las regiones del polo sur después del final del agujero de ozono de 2022", expone Antje Inness, científica senior de Copernicus.
"El vapor de agua podría haber provocado una mayor formación de nubes estratosféricas polares, donde los clorofluorocarbonos (CFC) pueden reaccionar y acelerar el agotamiento de la capa de ozono. La presencia de vapor de agua también puede contribuir al enfriamiento de la estratosfera antártica, mejorando aún más la formación de estos terrones estratosféricos polares y dando como resultado un vórtice polar más robusto", explica Inness.
Protocolo de Montreal
El agujero de la capa de ozono se había ido recuperando lentamente en los últimos años después de que el Protocolo de Montreal, firmado 1987, acordó la prohibición internacional de forma gradual del uso de los gases clorofluorocarburos (CFCs) y, posteriormente, de los hidrofluorocarbonos (HFCs).
El sistema de satélites Copérnico se dedica a la observación de la Tierra y el Sentinel 5P, lanzado en 2017, es el primero dedicado a la monitorización de la atmósfera.