Mzee Musa Hasaya, de 67 años, es un agricultor que empezó a vivir la experiencia matrimonial a los 16. Desde ese momento, se ha casado con doce mujeres y ha creado una gran familia de 102 hijos y 568 nietos.
A pesar de que vivió toda su infancia en la pobreza, cuando creció adquirió un mejor nivel económico acumulando riquezas. De hecho, consiguió tal prestigio que llegó a ser presidente de su aldea durante varias décadas. Así se aseguraba de obtener el 'sí' de las familias cada vez que mostraba interesado en una mujer.
En su pueblo está legalizada la poligamia y esto le favoreció para seguir contrayendo matrimonio con mujeres distintas hasta los 21 años. De esta manera comenzó a ampliar su familia.
Uno de los incentivos fue impedir el fin de su clan: "Mi difunto padre tenía dos esposas pero solo tuvo dos hijos. Esto arriesgó la extinción de nuestra familia y clan", explicó Mzee. Ahora, esta labor está en manos de sus hijos y nietos.
El coste de la gran familia
La descendencia es tal, que el agricultor ugandés apenas distingue a qué esposa pertenece cada hijo. Tanto es así que este incluso admite que no conoce a todos los niños de su casa por su nombre.
Actualmente, un tercio de sus hijos aun viven con él y sus esposas, mientras que el resto ya se han independizado y formado sus propias familias. Sin embargo, no todas las mujeres con las que ha compartido lecho siguen conviviendo con él.
Mantener a esa gran familia supone un elevado coste de vida, por lo que seis de ellas tuvieron que marcharse del hogar: "Tenía dinero, pero hace cuatro años, su negocio de ganado colapsó y las mujeres comenzaron a irse una por una hasta que quedaron seis", ha confesado uno de los hijos mayores de Mzee.
Estos problemas financieros han llevado a Mzee a frenar su expansión familiar. Ahora sus mujeres toman anticonceptivos para evitar quedarse embarazadas.