La Organización Metereológica Mundial (OMM), dependiente de la ONU, ha lanzado una advertencia por el fenómeno metereológico de El Niño, que tiene como consecuencia la llegada de sequías, inundaciones y el aumento de temperaturas en diversas partes del mundo que podrán comenzar antes de septiembre.
El último boletín que ha emitido la organización, que se ha presentado este miércoles 3 de mayo en Ginebra (Suiza), indica que existe un 60% de probabilidades que este fenómeno pueda estallar antes de la llegada de julio. Y dichas posibilidades aumentan hasta el 80% si el plazo se extiende hasta la horquilla entre julio y septiembre.
La ONU ha advertido a la población de que debe prepararse para la llegada de temperaturas récord, que serán mucho más elevadas en puntos, especialmente cálidos como España, donde ya se están notando registros anormalmente altos para las épocas.
"Lo más probable es que la instauración de El Niño provoque un nuevo repunte del calentamiento global y aumente las probabilidades de batir récords de temperatura", ha explicado el secretario general de la organización, Petteri Taalas.
La organización explica que el calentamiento global derivado de la actividad humana agudiza en los efectos de El Niño y que podrían agravarse con la llegada de 2024. Además, la extensión de este fenómeno no se podría pronosticar, pero los ciclos se extienden desde los dos hasta los siete años, además de que los episodios de este patrón climático suelen extenderse entre nueve meses y un año.
Efectos por regiones
La llegada de este fenómeno no tendría las mismas consecuencias, exactamente, en todos los territorios. Generalmente, los episodios de lluvias afectan a América del sur (sur de Ecuador, noroeste de Perú, sur de Brasil, noreste de Argentina, sureste de Paraguay, Uruguay y centro de Chile), sur de Estados Unidos, norte de México, África occidental y Asia central.
Por el contrario, las sequías derivadas de este fenómeno suelen azotar a las regiones de Indonesia, Australia, el sur de África, el subcontinente indio y el norte de América del sur.
En el hemisferio norte, el aumento de las temperaturas de las aguas favorece el desarrollo de huracanes en el Pacífico, aunque también dificulta su formación en el océano Atlántico.
Algunos de los países potencialmente afectados ya han empezado a emitir alertas ante el riesgo que supone el cambio que recoge El Niño en el clima de sus territorios.
