Mykola, el supuesto cabecilla, y varios miembros más se sientan en el banquillo de los acusados por el denominado 'Proyecto pilla-pilla'. Una trama en la que los procesados emboscaron a homosexuales para extorsionarlos y humillarlos a través de grabaciones de videos que amenazaban con mostrar a familiares y difundirlos por las redes sociales.
Los cinco miembros del grupo, integrado por ucranianos de ultraderecha, utilizaban las mismas técnicas del Okkupay Pedofilyay, un movimiento violento de origen ruso que amenazaba a homosexuales con la excusa de perseguir la pederastia. Ahora, Mykola y su mano derecha, su líder, se enfrenta a 21 años de prisión; mientras, a los otros tres miembros se piden penas de cárcel de 15, 6 y 2 años.
Citas con homosexuales
Su líder declaró ante el juez explicando que ellos lo hacían para "descubrir a personas que querían mantener relaciones sexuales con menores". Así, subrayó que no se considera una persona homófoba y ni de ultraderecha. Sin embargo, él y sus compañeros quedaban con homosexuales a través de chats de citas para después grabales, obligarlos a decir que eran pederastas y amenazarlos para difundir su identidad y videos por las redes. Ahora, están acusados de tres delitos de odio, contra la integridad moral y la intimidad de las víctimas.
El juicio ha comenzado con las tres personas que fueron extorsionadas por el 'Proyecto pilla-pilla' y denunciaron antes la policía; aunque, se estima que hay más pero no han querido denunciar o no han podido ser identificados. Esta trama atemorizó a toda la comunidad gay: "Empezó a cundir el miedo a tener encuentros por temor a ser amenazado, extorsionado o vejado", explica María García, uno de los testigos, que presidía la federación estatal LGTBI.
Modus operandi
El 'Proyecto Pilla-Pilla' fue fundado por Mykola con solo 19 años, cuando creó un perfil de Facebook y atraía a jóvenes de Granollers y alrededores. Según él, solo buscaba páginas para ligar, pero lo que realmente hacía era acceder a chats de contactos homosexuales bajo el seudónimo de Alex para captar a las víctimas. Él que les decía que tenía solo 17 años, les mandaba mensajes con alto contenido sexual acompañados de foto.
Sin embargo, la cita resultaba ser una trampa. Una vez que la víctima llegaba al lugar del encuentro -normalmente, en la calle-, Mykola y su grupo aparecían para intimidar y humillar al chico. Este acababa retenido de forma intimidatoria por ellos. Después, grababan la escena con sus móviles donde ellos obligaban a la víctima a responder a diversas preguntasde índole vejatorio sobre su condición sexual y a reconocer su condición de pederasta, según explicó la fiscalía en el juicio, o no serían liberados.